En España faltan miles de enfermeras y médicos, y en un futuro no muy lejano la necesidad será aún más acuciante por el propio envejecimiento de las plantillas, el inadecuado número de plazas formativas, las pésimas condiciones laborales imperantes en los hospitales y los centros de salud, y la elevada demanda sociosanitaria procedente de una sociedad cambiante. Cualquier proyecto, mejora o reforma de una parte o toda la Sanidad que no tenga en cuenta esta realidad y que no lleve aparejada una inyección extra de fondos de los Presupuestos Generales del Estado está abocada a morir antes de nacer o, directamente, a fracasar si es que llega alguna vez a emprenderse. De ahí que no se entienda la parsimonia de las autoridades sanitarias a la hora de minimizar los daños y planificar las soluciones. Algo inaudito, dada la urgencia de la situación. El problema viene de largo, y nadie parece dispuesto a solucionarlo pese a las reiteradas voces de alarma lanzadas desde tiempos inmemoriales por las principales organizaciones del sector y, ya recientemente, por los servicios de salud, cuyos responsables parecen reaccionar sólo cuando el tsunami merodea por las puertas de sus servicios sanitarios, los profesionales muestran su hastío y los pacientes se muestran dispuestos a ejercer su voto de castigo en las urnas. La carencia de sanitarios golpea a todos los niveles asistenciales, a la dependencia y a la educación. Read more…
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN