Si los médicos han marcado con sus algaradas la agenda sanitaria previa a las elecciones autonómicas y municipales, la enfermería lleva camino de hacer otro tanto antes de las generales del mes de diciembre. Colegios profesionales y sindicatos no aguantan más y durante los próximos meses no son descartables manifestaciones multitudinarias, protestas contra el Gobierno y el principal partido de la oposición e, incluso, una gran huelga. ¿Cuál es el motivo? No hay uno solo, sino un conjunto de ellos que, a medida que transcurren los días, incrementan el enfado de las organizaciones más representativas. Lo cierto es que el malestar viene de largo, pero lo ocurrido durante la pandemia de COVID-19 constituyó el punto de ebullición, la mecha de una bomba que ya estaba a punto de estallar. Lejos de recompensar a la enfermería por su lucha sin cuartel contra la enfermedad sin equipos de protección ni recursos suficientes, las autoridades sanitarias han ninguneado a la profesión hasta niveles nunca vistos, con los resultados que todos conocemos: faltan alrededor de 95.000 profesionales en todo el país, los contratos precarios proliferan, los salarios son raquíticos y las que ejercen en la administración siguen sin estar incluidas en el grupo A, lo que coarta su desarrollo profesional y les impide, por ejemplo, optar a puestos de gestión y responsabilidad. Read more…

Autor Sergio Alonso
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN