La mejora de la eficiencia en la gestión de los recursos públicos es la gran asignatura pendiente en España. Eliminar los gastos innecesarios, atajar de raíz las duplicidades e introducir criterios de economía de escala en las compras cuando resulte posible insuflaría un balón de oxígeno a las arcas autonómicas y del Estado, lo que aumentaría el margen de maniobra para incrementar gastos que sí son imprescindibles, como los derivados de la mejora de las condiciones laborales de los profesionales y las prestaciones que reciben los pacientes.
De todas las bolsas de ineficiencia que existen en el ámbito de lo público, hay una que absorbe cantidades ingentes de recursos y a la que ningún Gobierno, ni éste ni los anteriores, parece capaz de meter en vereda. Se trata de la producida en torno al absentismo laboral injustificado, disparado desde la pandemia. Las mutuas de accidentes de trabajo, en tanto entes híbridos adscritos a la Seguridad Social, llevan años dando la voz de alarma, pero sus sirenas han caído en saco roto. Randstad Research acaba de hacer públicos unos datos que cuantifican la magnitud del problema: los niveles de absentismo equivalen a que más de 1,5 millones de personas no acudieron a su puesto de trabajo a diario durante el primer trimestre de este 2025. De ellas, casi 1,2 millones se encontraban en situación de baja médica, mientras que en torno a 326.000 faltaron cada día de este periodo analizado por razones distintas a una enfermedad prescrita como tal. Esta cifra equivale al 21,4% de las personas que no fueron a trabajar. El economista Valentín Bote pone el dedo en la llaga y apunta que las horas no trabajadas como consecuencia de baja médicas se han más que duplicado en una década. Las causas de este problema son múltiples y las soluciones, difusas.
Tras las cifras se encuentran la sobrepresión laboral, la sobrecarga asistencial que soportan los sanitarios que gestionan las bajas, las listas de espera que retrasan diagnósticos e intervenciones, la permisividad de las leyes, la infrautilización de los recursos de las mutuas y el escaso rol que juegan en todo el proceso los servicios sanitarios adscritos a la Seguridad Social en detrimento de los de la Sanidad. También la variedad de administraciones implicadas, lo que provoca que ninguna se sumerja a fondo en la solución. El otro gran pozo de ineficiencia que termina salpicando también a los servicios públicos y a la Sanidad es la gestión desfasada que el propio modelo arrastra. En este sentido parece interesante la experiencia piloto puesta en marcha en la primaria catalana, con mayor autonomía y mayor capacidad real de decisión de los sanitarios, con el ánimo de incrementar la capacidad de resolución de este nivel y reducir el hospitalocentrismo. Ya hubo iniciativas similares en el pasado, y aquello no fructificó. Ahora, parece en cambio que la transformación viene para quedarse.
Preguntas con respuesta
- ¿Qué grave problema laboral afecta al presidente de una conocida sociedad científica?
- ¿Qué problema relacionado con una fusión y una sentencia de la Audiencia acecha a una empresa del sector sanitario?
- ¿Qué consejero de Sanidad es un amante del Heavy Metal?
- ¿En qué conocido hospital se está produciendo una auténtica escabechina de directivos? ¿Por qué?









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