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Cerco al despilfarro sanitario

La Autoridad de Responsabilidad Fiscal (Airef) está poniendo estas semanas el dedo en la llaga que más suele doler a las administraciones públicas con los informes conocidos como “spending review”. Además de mejorar sus ingresos por la manida y en ocasiones salvaje vía de las subidas impositivas -lo que plantea ahora el Gobierno socialista en funciones e hizo en su día el popular Cristóbal Montoro desde el Ministerio de Hacienda-, el Estado y las autonomías tienen otra fórmula posiblemente más eficaz para sanear sus cuentas sin socavar el bolsillo de los contribuyentes: la racionalización del gasto.

En Sanidad, la Airef ha pasado de puntillas sobre esta racionalización, deteniéndose única y exclusivamente en el llamado gasto farmacéutico. Grosso modo, propone en este apartado generalizar un sucedáneo de las subastas andaluzas y el copago en función de la renta, con independencia de que se tenga o no la condición de pensionista, entre otras medidas.

Sin embargo, la Autoridad Fiscal no ha ahondado en otras vías de ahorro ajenas al medicamento ni en taponar bolsas de ineficiencia por las que se dilapidan miles de euros. A lo largo de los últimos años, gestores y economistas de la salud han enumerado muchas de ellas sin que los decisores políticos se hayan atrevido a implementarlas por miedo a quebrar la frágil paz que impera en centros de salud y hospitales, y a soliviantar a los sindicatos, los verdaderos amos de los centros sanitarios. Las fórmulas son variadas, aunque la primordial pasa por la reforma de la normativa que rige la gestión de dichos centros para incentivar el esfuerzo de los profesionales y penalizar la indolencia, así como para rentabilizar la tecnología mediante un uso permanente.

Algunas de las recetas propuestas por los expertos pasan también por mejorar la cualificación de los sanitarios de urgencias con el fin de que no sean sólo MIR los que decidan sobre el paciente y afinar así en el diagnóstico evitando la práctica de pruebas innecesarias. Otros proponen externalizar los servicios de farmacia hospitalarios con el objetivo de que un único centro compre y distribuya los productos para toda una comunidad. También se aboga por la mejora de la resolución de la primaria para evitar la afluencia innecesaria al hospital, la interconexión informática real entre niveles para impedir duplicidades diagnósticas y de pruebas, y la mejora de la planificación sanitaria no sólo a nivel autonómico, sino estatal. No es de recibo, por ejemplo, que Toledo disponga de uno de los mayores hospitales de Europa, encontrándose a menos de una hora de Madrid capital y en una comunidad de población dispersa, como Castilla-La Mancha. Hospital construido, por cierto, pero no puesto en marcha porque no hay dinero para hacerlo. Tampoco lo es que la Fundación Alcorcón naciera con un helipuerto que no se ha podido usar al carecer el centro del imprescindible servicio para ello: neurocirugía.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué conocido político puede hacer su agosto con el proyecto de nuevo Hospital La Paz? ¿En qué empresa que concurre a dicho proyecto participa ese político?

¿Qué gerente de un conocido hospital está dando una lección de coraje y se ha convertido en ejemplo a seguir por parte de sus profesionales y de los gerentes de otros hospitales?

¿Qué dos mujeres suenan con fuerza para ser consejeras de Sanidad de una importantísima autonomía?

¿Qué laboratorio ha acertado de pleno con su elección de “dircom”?

 

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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