El 25 de mayo celebramos el Día de África, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la riqueza, diversidad y también los retos de un continente marcado históricamente por desigualdades. Casi al mismo tiempo, un día después en el caso de este año, Europa dedica estos días a la Semana contra el Cáncer, una enfermedad que no entiende de contextos ni de pasaportes.
El cáncer es la primera causa de muerte en España y una de las más importantes en el mundo. Pero decir que es una enfermedad «democrática» sería una falsedad. Porque, aunque todos podamos enfermar, no todos podemos curarnos con las mismas oportunidades.
La desigualdad en cáncer es real.
Lo han denunciado los datos, los pacientes y también las organizaciones: desde la región en la que vives hasta tu nivel educativo o tu situación económica, todo influye en cómo se detecta, se trata y se sobrevive al cáncer, (eso que tanto nombramos los profesionales sanitarios de tu código postal afecta a tu salud)
Según el perfil nacional de España elaborado por la OCDE y la Comisión Europea, comunidades como Madrid presentan tasas de mortalidad muy bajas, mientras que otras como Asturias enfrentan cifras mucho mayores. El acceso a pruebas de diagnóstico, tratamientos innovadores o cribados varía ampliamente entre territorios, y eso puede costar vidas.
A esto se suma lo revelado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) en su reciente Juicio Ciudadano. Esta iniciativa simbólica ha “sentenciado” al sistema por no garantizar una atención equitativa. Denunciaron las demoras, la burocracia, y las barreras económicas que sufren muchos pacientes. Algunos esperan meses (¡hasta 33 en Ceuta!) para acceder a un fármaco aprobado, mientras que en otras regiones se accede en semanas.
¿Y las enfermeras?
En medio de estas brechas, las enfermeras jugamos un papel fundamental para detectar desigualdades, orientar a los pacientes, luchar contra la desinformación y trabajar junto a familias que muchas veces se sienten solas frente al sistema. Estamos en primera línea, pero también debemos estar en la toma de decisiones.
Desde un hospital público en Valencia hasta un centro de salud en Dakar, las enfermeras somos agentes de cambio global, formadas no solo para cuidar, sino también para defender la equidad como principio fundamental del derecho a la salud.
África y Europa frente al cáncer
La coincidencia del Día de África con la Semana Europea contra el Cáncer no es menor. Es un símbolo de lo que aún nos une: las brechas sanitarias globales, los desafíos comunes y la necesidad urgente de cuidar mejor, sin fronteras ni condiciones.
Como siempre, en África sufren los colectivos desfavorecidos: mujeres y niños, en cuanto a las primeras: más de un tercio de todas las muertes por cáncer de cuello uterino en el mundo se producen en el áfrica subsahariana y sobre los niños, se calcula que la mitad de cáncer infantil se producirá en el continente para el 2050.
Esto ocurre por un sinfín de factores que las desigualdades potencian: la escasa prevención, el vacío de información o carencias en la atención; además de la occidentalización del modo de vida de los africanos que ha aumentado el tabaquismo, el alcoholismo, el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios aumentando la incidencia de cáncer en toda la población.
Enfermar no debe ser una cuestión de suerte geográfica. Por eso, como enfermeras exigimos sistemas más justos, recursos donde más se necesitan, acceso igualitario y prevención real. Queremos un modelo donde la ciencia avance, sí, pero que el cuidado no se quede atrás.
Porque el cáncer no espera. Y la equidad tampoco. Las enfermeras estamos aquí para recordarlo, y para actuar.
*Por Héctor Nafría, enfermero y divulgador científico.
Oficina de Cultura Científica del CGE
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