El modelo Alcira es víctima de la esquizofrenia

Allá por 1996, tuve la fortuna de publicar en exclusiva la llegada a nuestro país del llamado modelo Alcira. Lo hice en las páginas del querido Diario Médico y recuerdo que el titular, algo así como “aterriza en España el primer hospital gestionado como las autopistas”, desató el furor de Ángeles Amador, en ese momento exministra de Sanidad y portavoz sanitaria del PSOE en el Congreso. “¿Cómo se atreve alguien a idear una iniciativa de este tipo?”, vino apuntar. Lo que entonces era un proyecto incipiente gestado por el gran Antonio Burgueño y cocinado a fuego lento en las cocinas de la Consejería de Joaquín Farnós, en Valencia, fue fraguando hasta que materializó en lo que hoy conocemos como Alcira: un hospital edificado y gestionado por una empresa privada por tiempo predefinido, y que recibe a cambio un pago per cápita de la Sanidad pública, a la que pertenece en primera y última instancia.

El enfado inicial del PSOE se fue reblandeciendo a medida que se generalizó el debate sobre la necesidad de insuflar aire nuevo a un sistema anquilosado al que empezaba a acosar, además, la presión presupuestaria. Si existen las empresas públicas y los consorcios, ¿por qué no las fundaciones? ¿Y las EBAs en primaria? ¿Y los modelos de gestión mixta público-privada? Las dificultades gestoras de los consejeros socialistas, la fortaleza y fundamentos del debate, y la introducción de importantes salvaguardas hicieron que saliera adelante por amplia mayoría la norma que ampara todas estas fórmulas gestoras, evitando al mismo tiempo que el patrimonio de la Seguridad Social fuera desgajado. Por decirlo más claro: la ley 15/1997 que da amparo a figuras para la gestión de hospitales como el modelo Alcira no fue un decreto ley aprobado por el PP mediante el rodillo parlamentario, sino que contó con el apoyo de todo el arco ideológico: desde los nacionalistas del PNV, CiU y Coalición Canaria hasta el PSOE, para quien el texto cerraba la puerta a la privatización. Sólo IU y BNG renegaron de ella.

Ajena a esta realidad, e impulsada por un sesgo ideológico trasnochado, Carmen Montón, la consejera de Sanidad valenciana sustentada por Podemos y por los socialistas que apoyaron la ley, está a punto de culminar la reversión de la gestión del hospital a manos públicas, dando portazo a una iniciativa que en sus 20 años de andadura sorteó todas las dificultades y coronó con éxito la cima. En este tiempo, Alcira ha funcionado muy bien. Con todo, lo más grave no es el fin del hospital tal y como lo conocemos, sino el mensaje que se lanza a los inversores: dado lo ocurrido, es difícil que en el futuro otros grupos privados se animen a inyectar capital en la Sanidad pública y, como no hay dinero en los presupuestos y la presión del gasto es creciente, las inversiones nuevas se verán frenadas.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué conocido personaje de la Sanidad que no es Ignacio Para hace también sus pinitos como tenor, aunque no lo ha divulgado por la responsabilidad del puesto que ocupa?

¿Qué norma tremendamente restrictiva está fraguando a fuego lento el Ministerio de Sanidad?

¿Qué conocido sanitario del PP avaló con su opinión la llegada de Rubén Moreno a la Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes?

¿Qué alto cargo del Ministerio de Sanidad desaconseja endurecer la Ley del Tabaco? ¿Por qué?

¿Qué dircom ha defraudado en la empresa en la que presta sus servicios?

 

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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