Una de las grandes lecciones que nos dejó la pandemia es que no conviene nunca menospreciar cualquier amenaza latente para la salud pública, por mínima o lejana que pueda parecer. El mundo globalizado en el que vivimos, la proliferación de los viajes y la tozudez de los virus, que son inasequibles al desaliento y no entienden de fronteras, pueden desplazar un riesgo de una punta a otra del planeta en cuestión de horas. Otra enseñanza básica que arrojó la crisis de la Covid-19 es que conviene también tener siempre preparados los sistemas sanitarios para responder a esa hipotética alerta en las mejores condiciones posibles. Entran aquí en juego las reservas estratégicas de medicamentos, materiales y equipos de protección individual, la posibilidad técnica de instalar en tiempo récord camas para pacientes agudos y necesitados de cuidados intensivos, y la configuración de plantillas suficientemente dotadas y cualificadas para dar respuesta eficaz en situaciones críticas, sabiendo de antemano que incluso así podrían verse desbordadas si la amenaza se magnifica.
Estos planes de respuesta rápida fueron demandados por profesionales de toda suerte y condición a las autoridades de todos los países y, salvo honrosas excepciones, las peticiones cayeron en mayor o menor medida en saco roto, corroborando así la célebre frase de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Es cierto que hoy no se aprecia en el horizonte ningún fantasma como el que sobrevoló el mundo desde Wuhan, pero sí acechan otras amenazas inquietantes y no desde latitudes tan alejadas. En España, por ejemplo, la gripe aviar ha infectado ya a más de 67.000 aves domésticas desde su reaparición en julio en una granja de Badajoz. Son datos de finales de septiembre y no está de más recordar que con cada animal nuevo que enferma el peligro del salto a humanos se incrementa. La gravedad sería entonces extrema. El Instituto de Salud Global de Barcelona documenta como posibles efectos en la salud humana desde infecciones leves de las vías respiratorias hasta síndromes de dificultad respiratoria aguda, pasando por neumonías graves o sepsis con shock, sin descartar la muerte.
Desde esta perspectiva, y a la vista de los antecedentes registrados en el fatídico mes de marzo del año 2000, urge establecer programas de contingencia, incluyendo mejoras en la profilaxis, refuerzos en la vacunación contra la gripe estacional o la adquisición y distribución de equipos protectores entre los sanitarios y de antivirales. Ni que decir tiene que el papel que ha de jugar la enfermería es fundamental. No sólo en la atención de los posibles pacientes, sino también en materia de prevención y educación de la población, la implementación de medidas de bioseguridad, la toma de muestras diagnósticas, la vigilancia epidemiológica, y la propia vacunación y dispensación terapéutica para agilizar tratamientos. Movámonos ya.
PREGUNTAS CON RESPUESTA
¿Qué importante “pope” del sector farmacéutico español ha transmitido a sus superiores su deseo de jubilarse?
¿Qué organización que opera en el sector farmacéutico está en horas muy bajas. ¿Por qué?
¿Qué consejero de Sanidad es muy severo con sus subordinados y estos no se atreven a dar un paso sin consultarse antes, lo que paraliza las acciones?
¿Qué conocido personaje del sector sanitario tiene varias demandas en contra por morosidad?








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