¡Incluyan ya a la enfermería en su grupo profesional!

Aunque la dictadura de lo políticamente correcto impone siempre la mesura a la hora de formular reivindicaciones, esta vez no cabe ser tibios, andarse por las ramas o pecar de prudentes, si lo que se pretende es dejar las cosas claras y deshacer de una vez por todas los entuertos: el hecho de que la enfermería se encuentre todavía encuadrada en un grupo laboral inferior al de cualquier otro graduado universitario español, el A2, constituye una auténtica vergüenza a la que hay que poner fin.

A lo largo de los años se han sucedido ministros, subsecretarios, secretarios de Estado, directores generales, consejeros y asesores, algunos cualificados y otros iluminados, y la situación sigue igual porque lo que prima en la política sanitaria es el cortoplacismo y el economicismo, por más que reverberen las declaraciones oficiales altisonantes en defensa de la profesión. Como bien denuncia Florentino Pérez Raya allá donde se le da voz, la actual clasificación otorga carta de naturalidad a una injusticia en toda regla, que no solo impide que enfermeros y enfermeras perciban la retribución que les corresponde por su cualificación, sino que aborta también su acceso a puestos de responsabilidad a los que deberían tener el mismo derecho que otras profesiones. ¿Por qué pueden dirigir un centro sanitario un químico, un economista, un historiador o un abogado, y no puede hacerlo alguien que estudió Enfermería?

Por culpa de una clara negligencia administrativa que hay que corregir ya. Cualquier reforma del Estatuto Marco o de la Ley Básica del Empleado Público que no integre a a la profesión en un grupo A unificado y que no incorpore financiación suficiente para consolidar el tránsito deberá ser respondida jurídica y profesionalmente por medio de recursos ante los tribunales, protestas y algaradas, e incluso huelgas. Pero los atropellos, las tropelías y los desafueros no se detienen ahí.

El pleno desarrollo de la profesión enfermera tiene que recibir un impulso adicional que tenga como fin equiparar a España a la realidad internacional y aprovechar las potencialidades de una profesión infrautilizada, por más que surjan algunas protestas corporativistas. En este sentido, urge desarrollar las especialidades de enfermería de una vez por todas, y urge también introducir y aprobar cambios en la Ley del Medicamento o en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) para que la prescripción enfermera se cumpla íntegramente, como ya sucede con podólogos u odontólogos. La experiencia de otros países nos indica que este es el camino a seguir si España no quiere quedarse en el furgón de cola. Otro punto clave es el que atañe a los ratios de profesionales por paciente. La iniciativa se acaba de reactivar legislativamente, pero los antecedentes no invitan al optimismo. En este caso, la falta de presupuestos no ayuda.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué empresa ha dado todos los galones de facto a una persona muy experimentada a la que fichó recientemente para un cargo sin aparente relevancia jerárquica?
¿Qué compañía farmacéutica anda todavía a la caza de un comunicado en medio del baile de dircoms que se ha producido este final de año en el sector?
¿Qué consejero de Sanidad ha recibido una fuerte regañina del presidente de su comunidad por un asunto de índole profesional?
¿Qué importante personaje del sector se siente engañado por el Ministerio tras conocerse una reciente iniciativa de este último?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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