Llevo 19 años trabajando en comunicación y lo he hecho para todo tipos de entidades, profesionales e incluso, movimientos políticos. Y siendo un veterano en este sector, he de reconocer que el arte de comunicar no deja de sorprenderme cada día por su capacidad tanto constructiva como destructiva. De hecho creo que la comunicación gestionada con malas artes y de forma eficaz puede considerase una arma de destrucción masiva (buena prueba de ello es el movimiento actual del Estado Islámico que viene sembrando el terror en los últimos años). Al igual que, en el caso contrario, realizada con bondad y la misma eficacia es capaz de movilizar el mundo por una causa justa e incluso mejorarlo.
Arma poderosa
Si echamos un vistazo a la historia, podemos comprobar cómo una comunicación planificada y eficaz ha sido capaz de derrocar gobiernos, destruir personas (o al menos su reputación que, según el caso, viene a ser los mismo), generar la bancarrota de todo una país, crear líderes sociales aclamados por las masas, iniciar revoluciones e, incluso, provocar las guerras más cruentas.
Y a pesar del enorme poder de este arte, la realidad es que, por increíble que parezca, las empresas no han empezado a conocer el valor estratégico de la comunicación hasta hace recientemente poco. Y he sido buen testigo de ello porque cuando empecé en este mundo, allá por el año 1996, en España había muy pocas agencias de comunicación – hoy se cuentan por miles – , eran escasas, escasísimas las entidades que tenían una persona dedicada a la comunicación. Y en dichos casos se trataba de alguien que bajo el nombre “responsable de prensa” o “jefe de prensa” estaba dedicado fundamentalmente a descolgar el teléfono si llama un periodista y no constaba en el organigrama de la empresa. Vamos que lo normal era que, si preguntabas por él o ella a cualquier alto ejecutivo de la empresa, ni siquiera conociese su nombre.
Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho y para bien. Los jefes de prensa se han convertido en “Dircoms”, directivos que participan activamente en las estrategias empresariales y la comunicación ha dejado de ser reactiva (descuelgo el teléfono si llaman) a puramente activa: diseño un plan de comunicación ad hoc y lo ejecuto. No obstante, todavía existen excepciones (muchas) que veremos en alguno de mis próximos posts en este blog que hoy inicio.
Mi objetivo en Bitácora Enfermera no es otro que hablar de comunicación, analizar la realidad diaria desde el humilde punto de vista de una persona que lleva 18 años comunicando y, de los cuales, 12 lo he estado haciendo por y para la profesión enfermera. Hablaremos de cómo comunican las empresas (sanitarias o no), las instituciones, los gobiernos, los políticos, etc., También conoceremos casos históricos donde la comunicación, que por aquel entonces se llamaba propaganda, fue capaz de cambiar para bien y para mal el mundo.
Señoras y señores, abróchense los cinturones, comienza el viaje.
Autor Iñigo Lapetra
Como director de comunicación del Consejo General de Enfermería la vida me ha dado la oportunidad de beber de dos mundos apasionantes: la enfermería y el periodismo.