Una gran parte de la izquierda sanitaria en España ha colocado siempre al National Health Service (NHS) británico y todo lo que él se hacía en un pedestal imaginario, algo que tiene su lógica. La filosofía con la que se creó este organismo en 1948 se adaptaba como anillo al dedo a un ideario político que pretendía diferenciarse del conservador, y a él se agarró este grupo en sus arremetidas contra la derecha en nuestro país. Las principios en los que se sustenta pueden resumirse en que la atención sanitaria no debe responder nunca a la capacidad de pago de cada individuo, sino a la necesidad que pueda tener de recibirla. Sobre este pivote se articula un sistema de financiación del modelo al que se agarró España y que consiste, consecuentemente, en destinar los impuestos y los presupuestos al cuidado global de su población.
Recuerdo que los admiradores del NHS y de creaciones que surgieron en torno a él como el famoso NICE proliferaban como setas en las décadas de los ochenta y noventa, aunque sus voces empezaron a menguar a medida que este modelo sanitario languidecía, víctima de algunas de las inercias que hoy lastran también al sistema sanitario español. El NHS tuvo poco a poco que reinventarse, aumentando por ejemplo mucho el papel de la enfermería. A eso se refirió el consejero de Salud de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, ante un grupo de sanitarios de su partido, al importante papel que este colectivo profesional puede jugar en una atención primaria renovada, en un contexto además de falta absoluta de profesionales sanitarios agrandada por una deficiente planificación de los recursos humanos que no viene de ahora, pero que tampoco se ha corregido durante los últimos cuatro años de gobierno de izquierdas.
Como es natural, los mismos que reverenciaban al NHS no han dudado un ápice en apartarse de él para atizar al responsable sanitario popular por postular un mayor protagonismo enfermero. Lo han hecho en medio de la huelga política que los médicos mantienen en Madrid, epicentro de la batalla por ocupar La Moncloa. Es natural la incomprensión de Ruiz Escudero ante la incongruencia de los ataques de los que idolatran el NHS para lo que quieren, y el enfado mayúsculo del Consejo General de Enfermería, que asiste atónito a la pasividad de la administración a la hora de incorporar a las 100.000 enfermeras que faltan, y al vocerío interesado exigiendo la prevalencia de los facultativos en el primer nivel asistencial.
Recuerda bien el Consejo que el sistema británico, con centros atendidos exclusivamente por enfermeras y con la prescripción de medicamentos también consolidada en este colectivo, lleva muchos años en vigor con resultados muy satisfactorios para los usuarios. Tiene toda la razón. Como la tiene Ruiz Escudero. El inmovilismo de los que lo rechazan es el principal causante de la crisis que atraviesa ahora la Sanidad española. Igual que le pasó al NHS.
Preguntas con respuesta
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Autor Sergio Alonso
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN