Un ministerio abrasado por la pandemia

Los manuales al uso sobre Salud Pública sientan la premisa de que, en situaciones de crisis, las autoridades de las que emanan las directrices han de ser transparentes y, sobre todo, gozar de credibilidad. Ni una cosa ni otra suceden con el Ministerio de Sanidad, un departamento absolutamente abrasado después de nueve meses de pandemia.

El último que le ha sorprendido en un renuncio es el Instituto Nacional de Estadística (INE), al destapar con datos fidedignos que las muertes por COVID-19 durante la primera ola no fueron 27.127, como se empeñaron en transmitir a la población el ministro Salvador Illa y su asesor áulico, Fernando Simón, sino 45.684, lo que suponen 18.557 más de las que aparecen en las cifras oficiales.

¿Por qué las ha ocultado Sanidad durante este tipo? Muy sencillo. Con la cifra real de fallecidos, España sería el país con mayor número de defunciones en proporción a su población de todo el planeta, por delante de Bélgica, Italia o Perú, lo que da idea de la nefasta gestión que se ha realizado en todo este tiempo. Lejos de pensar en dimitir por ello, Illa sigue ahí, acumulando con aire solemne gazapos que se descubren como tales a medida que pasa el tiempo, y Simón lo mismo, presumiendo sin ningún tipo de pudor encima en “The Lancet” de lo que bien que se ha hecho todo.
La discordancia entre lo que dice el Ministerio y la dura realidad que acaba de destapar el INE no es un hecho aislado, ni responde a una mera diferencia conceptual sobre la contabilización de los cadáveres. Es una prueba manifiesta más de que el Ministerio lleva mintiendo a la población y a los profesionales sanitarios desde el minuto uno de la crisis. Los ejemplos de este burdo intento de embaucar a los receptores de sus mensajes se repitan por doquier. Sanidad dijo, por ejemplo, que no fue hasta la noche del 8-M cuando supo la que se nos venía encima, cuando ya recibía desde febrero avisos de toda suerte de organismos internacionales y conocía de sobra que las infecciones se habían disparado en España.

Mintió también Sanidad al desaconsejar el uso de mascarillas “porque no son necesarias”, no se sabe si por una ignorancia manifiesta que retrata la estulticia del ministro, o por carecer de ellas por culpa del retraso a la hora de adquirirlas en los mercados. También lo ha hecho con unos ataques sistemáticos a Madrid que incluyen el retraso en exigir PCR en Barajas, la negativa a permitirle pasar de fase con firma a posteriori y la declaración del estado de alarma con criterios improvisados sobre la marcha. Tampoco hace falta explayarse en el comité de expertos fantasma o inexistente. Si los hubiera habido de verdad, España no sería la vergüenza del planeta en la lucha contra la pandemia.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué ex alto cargo del Ministerio con carnet del PSOE no para de despotricar en contra de Illa y de Silvia Calzón? ¿Por qué?

¿Qué alto cargo de la Consejería de Sanidad de Madrid es un peón de Lasquetty y obedece todas sus órdenes?

¿Qué fallo garrafal ha cometido Patricia Lacruz con un conocido grupo de medicamentos?

¿Qué experto en Salud Pública afín al PSOE ha recibido del Ministerio la consigna de acallar las voces críticas de estos especialistas sobre la gestión de la pandemia?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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