La cohesión y la equidad brillan por su ausencia

En junio del pasado año, el Gobierno envió al Congreso de los Diputados con todo tipo de alardes mediáticos el cacareado proyecto de ley destinado a consolidar la equidad, la universalidad y la cohesión del Sistema Nacional de Salud (SNS). Nueve meses después de aquello, no sólo no se ha avanzado en el logro de tan loables objetivos, sino que las carencias del sistema se han agrandado hasta límites que rozan lo peligroso. La culpa de lo que está sucediendo no puede atribuirse únicamente a la parálisis que sufre esta ley, llamada a ser la normativa “estrella” de la legislatura en materia sanitaria.

Las fricciones con Unidas Podemos, la presión descomunal de la Sanidad privada -una de las grandes perjudicadas-, las advertencias de los nacionalistas catalanes y vascos, y las propias dudas del Grupo Socialista han hecho que la norma siga durmiendo el sueño de los justos del limbo parlamentario. Habrá que ver si finalmente se reactiva y en qué términos quedaría. No, la responsabilidad de la falta de equidad y de cohesión en el desmembrado SNS español hay que buscarla sobre todo en una inercia arrastrada desde hace años a la que ningún ministerio, ni este ni otros anteriores, ha sabido ponerle freno. Tan solo hubo un intento serio de hacerlo. Ocurrió con la Ley de Cohesión aprobada en la época de Ana Pastor como ministra de Sanidad, pero el tiempo ha pasado sin que sus sucesores mostraran una voluntad clara de reforzarla, renovarla, desarrollarla o, simplemente, aplicarla hasta sus últimas consecuencias.

El hecho es que sigue habiendo una España de primera y de segunda en Sanidad, y cada vez están más distanciadas la una de la otra, lo que equivale a decir que el acceso a los tratamientos e incluso la supervivencia ante algunas enfermedades depende de la ubicación del domicilio que conste en la tarjeta sanitaria. Sucede con las enfermedades cardiacas. Ocurre asimismo con el cáncer, y con otras patologías, y el Consejo de Enfermería acaba de desvelar también que afecta, y además muy seriamente, a los pacientes con incontinencia fecal. Como la inclusión de nuevos productos sanitarios en el reembolso lleva en espera 16 años y se ha dejado a criterio de las comunidades el acceso a ellos ante la inhibición del Estado, la disponibilidad para los enfermos no depende ya de criterios clínicos o sociales, sino territoriales.

Esta es la España cohesionada sanitariamente de la que presumen las autoridades. La resiliencia de la que tanto alardean Pedro Sánchez y sus huestes. La zozobra tiene consecuencias graves para los receptores de las terapias, pero también para los que las descubren y fabrican, y para España como país. No son pocas las matrices de compañías que muestran su incomprensión a los directivos que tienen destinados aquí y que amenazan con cortarles el grifo de las inversiones por este sinsentido.

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué gravísimo error está a punto de cometer la Consejería de Sanidad de Madrid en uno de sus hospitales más emblemáticos?
  • ¿Qué colegio profesional es conocido ya con el nombre de “La Delegación”? ¿Por qué?
  • ¿Qué delegada del Gobierno ha sonado como posible ministra de Sanidad en los mentideros socialistas?
  • ¿Qué viceconsejero de una comunidad del norte de España dice abiertamente que aspira a ocupar la plaza de su jefe?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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