Una cuestión de medidas

*Carlos Nicolás, periodista

En pleno debate sobre la compra de locomotoras más amplias que los túneles por donde debían pasar, me he tropezado con las advertencias que, en determinados pasillos del Metro de Madrid, avisan de su baja altura con la intención de que los ciudadanos no topen con sus cabezas en ellos.La advertencia del Metro pone de manifiesto, sobre todo, que la obra se ajustaba a las medidas de las personas de otro tiempo que, sin duda y de acuerdo con las estadísticas, eran más bajas que las actuales. Y es que españoles han ido creciendo a lo largo de los últimos años y, de una altura media de 165 cm de los hombres en 1934, se ha pasado a 176 cm en 2022.

La evolución de las tallas de los ciudadano se refleja en muchas construcciones públicas, en gran contraste con los espacios destinados a las viviendas privadas que, por el contrario, han reducido sus dimensiones, sobre todo en techos, muchísimo más bajos, o en la amplitud de las habitaciones, a las que casi hay que pasar de perfil. Es el gran contraste: edificios públicos crecientes y domicilios privados menguantes.

Las indicaciones sobre la altura de algunos pasillos del Metro me recuerdan a las marcas que, en el entorno de algunas puertas de las casas familiares, los padres iban marcando la evolución creciente de sus hijos. Y allí se quedaban para recuerdo con el paso del tiempo de lo que un día fue. Aunque también sean señales para que los estudiosos sociales permitan hilvanar muchas historias sobre la evolución humana de la que se facilitan algunas pistas.

De momento, las advertencias en los pasillos del Metro no dejan de ser avisos para evitar algunos golpes en la cabeza, aunque los curiosos y los antropólogos puedan buscar interpretaciones sobre el vivir de los ciudadanos. Yo, por si acaso, agacho la cabeza al pasar.

Autor Carlos Nicolás

Director de Acta Sanitaria

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