Malos tiempos para la sanidad privada

No corren buenos tiempos para la sanidad privada en España. Aunque la limitación presupuestaria derivada de la peor crisis económica desde 1929 ha invitado siempre a pensar que las autoridades sanitarias de todo el país echarían mano de forma masiva de recursos externos para complementar los públicos y abaratar costes propios, lo cierto es que ahora se está produciendo el fenómeno inverso por razones en unos casos ideológicas, en otros políticas y en algunos, simplemente pueriles. Esta suerte de involución que denosta la colaboración con la privada en detrimento del uso casi exclusivo de los dispositivos levantados con los impuestos de los ciudadanos tuvo su punto álgido en Madrid, con la marcha atrás de un proceso externalizador que nada tenía de privatización, pese a los cánticos de sirena de las «mareas blancas».

Aquellos polvos desencadenaron los lodos que empantanan hoy el modelo sanitario en comunidades como Cataluña y Valencia, y que salpican también otras regiones anteriormente nada hostiles con la sanidad privada e, incluso, con gran tradición de acercamiento hacia ella. En las dos primeras autonomías, los consejeros Comín y Montón han querido enarbolar la bandera de lo público como símbolo de marca electoral y han golpeado allá donde han podido con mayor o menor intensidad. La valenciana se ha llevado la palma en este sentido, pues el Hospital de Alcira es el arquetipo de la unificación de prestadores -un ente pionero en es-te campo- y la mejor forma que se le ha ocurrido de derribar el modelo es ponerle fecha de caducidad y programar su reversión. A favor de su argumento corren los negros antecedentes judiciales que han golpeado a la Consejería de Sanidad de la Generalitat y de los que aún nos llegan hoy noticias. Pero los métodos empleados para acotar el papel de lo privado en lo público son variopintos y no se ciñen sólo a lo anterior. En Murcia, por ejemplo, 29 jefes de servicio han sido cesados por ejercer también en la privada, con el argumento de que incumplen el régimen de incompatibilidades que aprobó el Parlamento regional, lo que desestabilizará el sistema, ya que muchos de esos puestos quedarán vacantes durante meses.

En Madrid, se ha dado el paso sorprendente de limitar al máximo las derivaciones a centros concertados, internalizando así los procesos. En unos casos, la decisión puede estar justificada. En otros, llega a resultar sorprendente. También podría aquí como ejemplo de asfixia de la privada la restricción presupuestaria que viene sufriendo el modelo Muface y que golpea en cadena a aseguradoras y clínicas del país.

En esta tesitura, a los representantes de la sanidad privada no les queda otra que reinventar-se y mejorar su poder de persuasión, además de renovar sus mensajes.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué gran hospital español apenas dispone de un remanente de 400.000 euros para efectuar obras de reposición pese a que cuenta con casi 40 años de antigüedad?

¿Qué país latinoamericano era el preferido de algunos dirigentes sanitarios en la época de Rafael Blasco en Valencia para hacer “business”?

¿Qué consejero de Sanidad del PSOE ha sorprendido por su buen hacer a todos los interlocutores con los que ha mantenido contacto?

¿Qué colegios de médicos han pedido a la OMC que plante cara a las “transferencias de valor” de Farmaindustria?

¿Qué laboratorio ha revolucionado toda su política de comunicación tras un pasado nefasto en este terreno?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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