Un año de errores en la gestión de la pandemia

España cumple ya el primer año de pandemia y el balance de su gestión no puede resultar más desolador. Doce meses después de aquel fatídico marzo de 2020, nuestro país es actualmente el séptimo con más personas infectadas por coronavirus de todo el planeta, sólo superado por otros seis mucho más poblados que el nuestro. También es el sexto con un mayor número de pacientes en estado grave ingresados en las unidades de cuidados intensivos y ocupa la décima posición en número total de muertes por COVID-19 Todos los que se encuentran por delante cuentan también con muchos más habitantes.

Por si fuera poco, España es el estado con la cifra más alta de sanitarios infectados del mundo. Se trata, en definitiva, de estadísticas que difuminan de alguna forma la tragedia que ha sufrido y está sufriendo nuestro país, pero que resultan elocuentes de los errores en cadena que nos han llevado hasta donde nos encontramos. ¿Qué ha fallado? Absolutamente todo. Desde el minuto uno, el Gobierno ha ido por detrás de los acontecimientos en lugar de anticiparse a ellos, y así nos ha ido.

Al principio de la crisis, y también en enero de este año, con la irrupción de las nuevas cepas, negó la mayor para reaccionar luego de forma tardía y desproporcionada, cuando el virus campaba ya a sus anchas dentro de nuestras fronteras y hurgaba en la herida de la Sanidad y en la economía. Recuerden que la declaración del estado de alarma se produjo apenas unos días después de que Sanidad avalara la celebración de concentraciones de miles de personas, y recuerden también que las medidas de contención en los aeropuertos han llegado siempre con semanas de retraso. Por ejemplo, entre la afirmación oficial de que las nuevas variantes serían marginales hasta la imposición de cuarentenas a los viajeros procedentes de los países en los que se han detectado ha mediado más de un mes.

No puede ignorarse tampoco en este balance el retraso a la hora de adquirir materiales y equipos de protección durante la primera ola, el pago de sobreprecios injustificables a empresas desconocidas en el sector, la ausencia de expertos de prestigio que asesoraren en asuntos cruciales como la desescalada, la adopción de decisiones por motivos políticos y no epidemiológicos, como las que evitaron el avance de fase de Madrid, la declaración de un estado de alarma ad hoc para esta comunidad sin razones que lo avalasen, o el desprecio gubernamental más absoluto al hospital de pandemias Isabel Zendal, crucial durante la tercera ola.

En estos meses, el Gobierno sólo ha aprobado en propaganda, pero cada vez quedan menos incautos que se dejan embaucar por ella. No es extraño, por ello, que se resista a una evaluación independiente de su desempeño.

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

Leave a Comment