Un curso electoral malo para la sanidad

El curso que arranca va a ser especialmente movido en Sanidad. En apenas medio año, el partido que respalda al Gobierno volverá a foguearse en las elecciones locales y autonómicas tras el varapalo sufrido en Madrid y, más recientemente, en Andalucía. Será la prueba de fuego previa a unas elecciones generales que se celebrarán dentro de aproximadamente 15 meses y en las que Pedro Sánchez y su equipo han fijado el reto de su resucitación.

Después de años de confinamientos y restricciones de libertades, subidas desmesuradas de precios de productos básicos e incrementos voraces de impuestos, la corriente no fluye precisamente en favor del presidente del Ejecutivo, y las empresas demoscópicas no hacen sino corroborarlo: a medida que transcurre el tiempo, peores son los resultados que cosecha el líder socialista y mejores los de la oposición.

¿Qué va a intentar hacer el Gobierno para revertir esta tendencia? Lo primero es disparar el gasto público, como anticipa el nuevo techo récord aprobado en Consejo de Ministros antes del verano. Esta nueva inyección de liquidez obtenida a costa de disparar la deuda pública tendrá su traslación en el anteproyecto de presupuestos pero, por desgracia, no servirá para corregir las deficiencias estructurales de la Sanidad, sino para poner parches y regar de dádivas a grupos específicos a cambio de votos. A favor del Gobierno juega el disparado incremento de los ingresos por mor de la inflación, lo que le permitirá aplazar alguna de las terribles subidas impositivas que estaba pergeñando.

Eso sí, a diferencia de Alemania, no deflactará el IRPF, lo que en la práctica supondrá una merma más de ingresos para los hogares. Por desgracia, el dinero que salga de ellos no irá a parar a corregir las listas de espera, ni a apuntalar la deteriorada primaria o a mejorar las paupérrimas retribuciones de los sanitarios, sino que se destinará a engordar el presupuesto de defensa y a acompasar las pensiones al IPC, sumiendo aún más en la quiebra a la Seguridad Social.

No es descartable, eso sí, que el Gobierno trate de aplacar el enfado de las profesiones sanitarias y consolide alguna concesión histórica para frenar nuevas manifestaciones. Ya ha hecho algún guiño en este sentido aumentando las plazas de formación especializada, poniendo las bases para la estabilidad en el empleo y sembrando el terreno para la extensión de la prescripción enfermera.

Habrá más gestos en este sentido. No es descartable que en esta coyuntura económica el Gobierno aproveche también para radicalizar su mensaje y la tome contra dos de los fetiches preferidos de la ultraizquierda: la industria farmacéutica y la sanidad privada. La primera ya ha recibido mensajes relativos a una posible confiscación de ingresos al estilo de la que se está extendiendo por Europa. La segunda viene siendo testigo de afrentas autonómicas y barreras estatales que no aventuran nada bueno en año electoral.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué suceso conmocionó a los funcionarios del Ministerio de Sanidad antes del verano?
¿Qué funcionario del Ministerio echa pestes de sus superiores alegando un presunto mobbing?
¿Qué alto cargo del Ministerio está muy en alza? ¿Por qué?
¿Qué dircom de la industria teme que una persona de su departamento le quite el puesto?
¿Qué conocido personaje del sector está atravesando momentos difíciles por motivos de salud?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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