Ayuso marca el camino mientras Illa chupa rueda

La Comunidad de Madrid va marcando el camino de hacia dónde deber ir la lucha contra la pandemia de COVID-19 en España, lo que representa un motivo de alegría para los fieles seguidores de Isabel Díaz Ayuso y para los ciudadanos que se benefician de la eficacia de muchas de sus medidas, pero no deja en buen lugar precisamente al Ministerio de Sanidad, la instancia que debería liderar las estrategias en esta lucha sin cuartel, algo que, desgraciadamente, no ha sido capaz de hacer en estos nueve meses.

Los ejemplos de que Madrid va dos pasos por delante del departamento que dirige Salvador Illa son innumerables desde el estallido de la crisis. La capital fue por delante, por ejemplo, en el cierre de colegios de la primera ola que luego secundó Sanidad tras considerarlo innecesario unos días antes. También lo fue en la concienciación a los ciudadanos sobre la importancia de las mascarillas en la prevención de la enfermedad. Mascarillas que tanto Illa como su escudo mediático, Fernando Simón, consideraban innecesarias en los primeros momentos de la pandemia.

Recuerden aquellos mensajes que lanzaba el Ministerio a finales de febrero y principios de marzo, acerca de la necesidad de que el uso de los protectores buconasales se ciñera única y exclusivamente a los sanitarios. El reparto gratuito de las mascarillas supuso también otro mensaje claro un Gobierno que tardó meses en comprenderlo, guiado quizás por un afán recaudatorio de Hacienda al que Sanidad no quiso plantear batalla: productos sanitarios como estos, esenciales en la prevención del COVID-19, deben ser accesibles a la población más desfavorecida, por lo que no pueden soportar un IVA del 21% como si fueran un artículo de lujo. Una vez más, el Gobierno reaccionó tarde y mal, limitando encima la rebaja meses más tarde a las mascarillas quirúrgicas y excluyendo de ella a las higiénicas -las que usan las capas más desfavorecidas de la sociedad- y las FFP2, las idóneas para el uso en espacios cerrados, ahora que llegan los fríos invernales.

También fue por delante Madrid al levantar en tiempo récord sobre el esqueleto de Ifema un hospital de pandemias que fue clave para soportar la sobrecarga asistencial que se produjo por la lentitud oficial en reaccionar. Un hospital que tendrá continuidad ahora con el Isabel Zendal, que servirá para descargar a los centros convencionales de Madrid y, posiblemente, de otras autonomías menos previsoras. Madrid también avisó del riego de dejar entrar libremente a los viajeros internacionales, sin exigir PCR. El Gobierno lo veía innecesario, pero, al final, tuvo que dar su brazo a torcer abrumado por la evidencia, como ha terminado haciéndolo también ante la estrategia de cierres quirúrgicos y test masivos de antígenos que tan buen resultado está dando en Madrid, en donde la incidencia ya está a niveles de agosto. Todo ello, sin cerrar la hostelería ni hundir aún más la economía.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué alto cargo del Ministerio que goza de todos los parabienes del ministro decidió en la semana del 23 al 27 pedir ayuda a una consultora para enfocar bien la futura distribución de la vacuna, sobre la que Sanidad apenas tenía hasta entonces unos bosquejos?

¿Qué altos cargos de Sanidad culpabilizan al secretario general técnico del llamado “culebrón Lacruz”?

¿En qué departamento de Sanidad hay un descuadre que podría rondar los cien millones entre las compras de equipos y EPIS de la primera ola y los equipos finalmente recibidos?

¿Cuántas sociedades científicas han recibido en el último mes subvenciones del Ministerio de Sanidad? ¿Influirán en la opinión vertida por sus líderes sobre la gestión de la pandemia?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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