La especialidad de Enfermería del Trabajo cuenta con una larga trayectoria en el ámbito de la atención especializada por su formación específica y presencia en los centros de trabajo. Su capacitación profesional para desarrollar sus competencias viene refrendada por un amplio soporte normativo, ocupando un espacio necesario en el proceso de mejora no sólo de las condiciones laborales sino en el aumento de la calidad de vida en el trabajo[i].
En el recorrido histórico de esta especialidad su desarrollo profesional ha discurrido paralelo a la evolución de la propia profesión enfermera. De esta forma, con la publicación de la Orden SAS/1348/2009 de 6 de mayo por la que se aprueba y publica el primer programa formativo de la especialidad de Enfermería del Trabajo, se define un nuevo marco de actuación basado en el desarrollo y aplicación de las competencias aprobadas en las siguientes áreas: preventiva, asistencial, legal y pericial, gestión, docencia e investigación, realizando el proceso de adquisición en las unidades docentes multidisciplinares mediante el sistema de residencia[ii].
Este ejercicio de la profesión basado en las competencias aprobadas permite desempeñar su cometido de forma plena, adquirir niveles de decisión autónoma, definir y hacer visible el rol como colectivo, y dejar constancia de su contribución en este escenario de trabajo tan específico. Por tanto, el desarrollo que esta disciplina realice de sus atribuciones contribuye a la construcción de una identidad colectiva, a una búsqueda de la excelencia en la práctica profesional.
De un tiempo a esta parte la especialidad está inmersa en un entorno laboral complejo, diverso y variable. En este escenario se están produciendo cambios significativos a los que asoman nuevos retos para la salud y seguridad de los trabajadores. Este contexto plantea a la Enfermería del Trabajo no sólo cuestiones prácticas y técnicas sino también aspectos éticos, de relaciones con la organización y también interpersonales, buscando el desarrollo profesional y tratando de ofrecer un producto enfermero que aspire a la excelencia. Así las posibilidades profesionales han sufrido una evolución progresiva en un corto plazo de tiempo, por ello debemos considerar no sólo las respuestas a las modificaciones sustanciales en la demanda de cuidados basados en la adquisición de competencias profesionales, sino también ser capaces de consensuar cual es la oferta profesional que se pretende desarrollar[iii] .
De esta forma, la presencia de esta especialidad en los centros de trabajo supone una mejora de la asistencia que se presta a los trabajadores; favorece la protección de la salud de la población objeto de nuestros cuidados, promueve la instauración de hábitos saludables en el contexto laboral y previene problemas de salud relacionados o agravados por las condiciones de trabajo o la actividad profesional. Para ello se considerará no sólo las circunstancias individuales de cada trabajador, sino también las características específicas del puesto de trabajo o las tareas que realiza y sus posibles problemas de salud no relacionados estrictamente con el mismo[iv],[v].
Distintos autores reflexionan sobre el desarrollo de las atribuciones profesionales de nuestra disciplina y coinciden en que los especialistas consideran más relevantes todos los aspectos relacionados con competencias del ámbito de la prevención. En cambio, el mayor grado de desarrollo se alcanza en el área asistencial[vi],[vii]. Las demandas de las organizaciones y las sociedades profesionales abogan por la incorporación de indicadores basados en resultados sensibles, tanto a la práctica enfermera como a la toma de decisiones clínicas destacando la utilización de un modelo específico enfermero centrado en cuantificar la contribución del cuidado administrado según los objetivos definidos previamente[viii]. Sin perder una perspectiva más global, se constata una tendencia a evaluar la contribución enfermera en el proceso de atención integral y no de forma aislada[ix]. Por tanto, profundizar en la definición de criterios que evalúen su rentabilidad constituye un criterio prioritario de análisis e investigación[x] .
La universalización de la protección del trabajador frente a los riesgos ha permitido que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales no sólo tenga en cuenta los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, sino cualquier daño para la salud de la población trabajadora. De ahí que el Reglamento de los Servicios de Prevención[xi] introduzca el concepto de enfermedades relacionadas con el trabajo, aspecto que abre una línea de investigación y análisis más amplio. Las propuestas investigadoras con perspectiva enfermera que permitan ahondar en la influencia de las condiciones de trabajo en el estado de salud de la población trabajadora, contribuyen a incrementar el acervo de la profesión y aumentar la calidad de vida laboral. Por ello, la responsabilidad y funciones de esta especialidad no debe limitarse a la vigilancia de la salud y a proporcionar la atención sanitaria de urgencia en el lugar de trabajo, sino que también debe extender su actividad a las circunstancias que afecten a la salud de los trabajadores[xii] en coherencia con la definición de salud laboral establecida en la Ley 33/2011 General de Salud Pública[xiii].
No debemos pasar por alto que la especialidad de Enfermería del Trabajo se encuentra en una posición privilegiada para identificar las necesidades de las organizaciones en el ámbito de sus competencias. Considerando el papel activo que desempeña en su contexto de trabajo, su contribución es manifiesta para garantizar el bienestar de las personas objeto de sus cuidados, la población laboral. Y su futuro viene de la mano de prestar unos cuidados de calidad coste-eficientes[xiv].
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