Cuando el miedo desató el pánico

Hace casi cuarenta años las sociedades occidentales se enfrentaron a una epidemia letal y desconcertante, una enfermedad que, decían algunos desinformados, castigaba a drogadictos y homosexuales. Una infección “pecaminosa” que te dejaba sin defensas y expuesto a morir prematuramente. El temor a un contagio llevó a los afectados a vivir repudiados por la sociedad y hasta por sus familias. Quizá los más jóvenes no lo recuerden bien, por eso dedicamos un reportaje en Diario Enfermero al sida.

Porque durante años vivimos instalados en una vergonzosa espiral de marginación y rechazo hacia unos enfermos que vivieron un auténtico infierno los años o meses que precedieron a su, casi segura, condena a muerte. Uno de los signos de que la sociedad evoluciona paralela a la ciencia es que hoy un enfermo de sida o portador del VIH no es una persona a la que nadie se niegue a tocar, a respirar su mismo aire o a compartir asiento en el metro. Y esas personas acudieron, como es lógico, a hospitales y centros de salud pidiendo ayuda. A falta de terapias, por lo menos merecían los cuidados que les podían proporcionar los profesionales sanitarios, particularmente las enfermeras. En muchas de ellas encontraron una mano amiga que todos les negaban. Aunque ellas también tenían miedo, miedo de contagiarse con la sangre u otros fluidos. No estaban claras las vías de transmisión. Era lógico.

En algunos barrios, hubo enfermeras que se enfrentaron a una jeringuilla “con sida” en manos de un heroinómano con el “mono”. Otras sufrieron un pinchazo accidental o tuvieron contacto con la sangre del paciente —por eso los dispositivos de bioseguridad son tan importantes, antes y ahora— y sufrieron un auténtico calvario hasta que se confirmó que no estaban infectadas. Personas, profesionales y hasta familias enteras estigmatizadas en un rechazo producto del miedo y la ignorancia de la época. Un auténtico escándalo bajo el prisma de la mirada de 2019, pero una reacción fruto del pánico social que se vivía en aquellos años. Hoy contamos en esta revista las historias de aquellas enfermeras que trataron al paciente ignorando que en el historial ponía VIH, con humanidad y profesionalidad. Hablamos con los supervivientes a la epidemia y recordamos a todos aquellos que hoy no pueden ver que infectarse de sida ya no supone una sentencia de muerte.

Florentino Pérez Raya

Autor Florentino Pérez Raya

Florentino Pérez Raya es el presidente del Consejo General de Enfermería

Leave a Comment