Día mundial de la disfagia

En España la disfagia afecta a casi un 40% de las personas mayores de 70 años y su incidencia es mayor en pacientes con enfermedades neurológicas como ICTUS o Parkinson entre otras. Además, no solo afecta a personas mayores, sino que se calcula que entre el 13% y el 30% de personas menores de 70 años también pueden presentar alteraciones en la deglución dependiendo de factores como la presencia de enfermedades neurológicas, trastornos musculoesqueléticos, o la exposición a tratamientos médicos que puedan afectar la deglución como tratamientos de radioterapia en la región de cabeza y cuello.

Pero ¿qué es la disfagia y cómo afecta a las personas que la sufren? La disfagia se define como la dificultad para realizar el proceso de deglución ya que pueden verse afectadas cualquieras de las fases de esta: la fase oral o preparatoria, la fase faríngea o la fase esofágica. Si se encuentran alteradas alguna de las dos primeras fases, nos encontraríamos con una disfagia orofaríngea (principalmente debida a problemas o alteraciones neurológicas) y si se viera afectada la última fase nos encontraríamos ante la disfagia esofágica (en este caso más relacionada con problemas estructurales o funcionales de la musculatura de dicho órgano).

El tratamiento de estos tipos de disfagia varía dependiendo de la etiología de esta. En la mayoría de los casos, se recomienda una valoración integral del paciente y un tratamiento multidisciplinar ya sea para llevar a cabo la rehabilitación del proceso de deglución como para realizar un tratamiento específico de las causas que la generen.

¿Qué papel juegan las enfermeras en la disfagia? Desde el grupo de estudio de neurorrehabilitación de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica creemos que las enfermeras tenemos un rol esencial en la vida de los pacientes ya que estamos presentes en momentos de enfermedad, pero también cuando el paciente está sano. Por lo tanto, desde la prevención primaria o la educación para la salud de la población somos las enfermeras quienes debemos liderar estos programas, educando y acercando la disfagia a todos, con iniciativas como las de hoy para visibilizar esta patología ofreciendo información veraz y basada en evidencia científica. Tenemos también una función clave en la detección de estos problemas de la deglución ya que estamos en contacto con los pacientes desde el momento del diagnóstico de patologías que puedan cursar con disfagia, por lo que podremos hacer un cribado mediante cuestionarios validados, o incluso un diagnóstico gracias al método de exploración clínica volumen viscosidad que permite con un método simple, económico y no invasivo evaluar la seguridad y eficacia de la deglución en pacientes con sospecha de presentar esta alteración.

Además, en pacientes con diagnóstico confirmado de disfagia podemos realizar un tratamiento para mejorar la seguridad de la deglución y posibles complicaciones, ya que algunas de estas pueden llegar a resultar potencialmente mortales como la neumonía broncoaspirativa, desnutrición o deshidratación. Igualmente, la disfagia puede afectar a la salud mental del paciente que la padece o de su familia y cuidadores, ya que repercute significativamente en la calidad de vida por su impacto emocional y psicológico, sin olvidar que los problemas en la deglución pueden conllevar también a un aislamiento social.

Como conclusión las enfermeras desempeñamos un papel fundamental en la detección, manejo y apoyo integral de la disfagia, abordando tanto las necesidades físicas como las emocionales de los pacientes. Nuestra labor ayuda a mejorar la calidad de vida, prevenir complicaciones y brindar seguridad, educación y apoyo a los pacientes y sus cuidadores.

* Por Paloma Muñoz Pedrazuela, enfermera vocal del grupo de estudio de Neurorrehabilitación de SEDENE (NRHSEDENE).

Oficina de Cultura Científica del Instituto de Investigación Enfermera del CGE. 

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