El paripé de la Comisión de Reconstrucción

El tiempo está dando la razón a los que coreamos a los cuatro vientos que la Comisión de Reconstrucción Social y Económica constituida en el Congreso de los Diputados no era más que un fuego de artificio, un paripé, una mera maniobra de distracción, una cortina de humo para mantener entretenidas a las organizaciones comparecientes y tratar de convencer a los crédulos de que iba a hacerse algo cuando, en realidad, no había intención alguna de hacer nada.

Estos días se cumple precisamente un año de la aprobación de su dictamen por parte del Pleno de la Cámara Baja y el balance de lo hecho -más bien, de lo no hecho- no puede ser más desolador en materia de Sanidad. España vuelve a ser la oveja negra de Europa en contagios de COVID, como revela el Centro de Control de Enfermedades.

La quinta ola nos ha cogido una vez más desprevenidos, en plena desescalada y con los deberes sin empezar. La atención primaria, tan defendida por los grupos sanitarios de izquierda, duerme el sueño de los justos en el cajón de un Ministerio sin iniciativa ni punch. Un Ministerio que ya estaba zombi y al que la pandemia ha terminado de noquear. Aunque sean las autonomías las que tengan las competencias, corresponde a Sanidad establecer las directrices, ejercer el liderazgo, sentar la doctrina y marcar la pauta. En lugar de ello, sigue optando por su gran especialidad: no hacer nada. Por no haber, no hay aún una ley de pandemias, imprescindible para navegar el barco por las aguas procelosas de la Covid. Tampoco una Agencia de Salud Pública. Su creación, como la de la comisión independiente que debería evaluar de lo sucedido en España durante el último año y medio, es un desiderátum, un brindis al sol, una entelequia a la que se asomaron primero Salvador Illa y después Carolina Darias.

¿Dónde está la Agencia? En ninguna parte. ¿Dónde está la comisión evaluadora que se iba a crear “en breve”? En el mismo sitio. La lista de inacciones es inabarcable, y abarca desde todos estos temas hasta la planificación de los recursos humanos, que es inexistente. Tampoco busquen más financiación para apuntalar el sistema, reforzarlo y combatir, por ejemplo, las vergonzosas listas de espera diagnósticas y quirúrgicas. No hay un euro para la Sanidad pública y el plan de recuperación, transformación y resiliencia -pomposos nombres-, no ha hecho más que corroborarlo.

Otro asunto dejado de la mano de Dios es la coordinación sociosanitaria, algo especialmente grave tras lo sucedido durante la primera ola. Sanidad lo ha fiado todo a las vacunas para salir del paso. Con apuntarse el tanto que le corresponde a Europa en su compra parece que le es suficiente.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué batalla soterrada se está produciendo en el seno de una conocida patronal? ¿Por qué motivo?

¿Qué conocido sanitario estuvo a punto de dirigir el Ingesa tras la jubilación de Alfonso Jiménez Palacios?

¿Qué conocido experto en salud pública de izquierdas es muy crítico con la política de salud pública que está haciendo el Ministerio de Sanidad?

¿Qué gerente de un hospital madrileño teme ser objeto de una criba por parte de Zapatero? ¿Por qué?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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