Un tiempo sin ceremonias de despedida

La pandemia es el mar de dolor que ha inundado la vida de las personas que han perdido a un ser querido. En España han fallecido más de 80.000 personas y en el mundo más de cuatro millones, equivalente a la población de países como Croacia o Panamá. Eso teniendo en cuenta que las estadísticas oficiales pueden ser inexactas en muchos casos, es decir, que seguramente el virus se ha cobrado muchas más vidas.

De la emergencia sanitaria que vivimos no se ha podido escribir más, ni en prensa ni en revistas científicas, ha monopolizado las conversaciones en todos los ámbitos de la vida, pero la verdad es que la gran reflexión sobre el tema, pensar con calma en lo que vivimos ha sido complicado, porque los acontecimientos se suceden a velocidad vertiginosa, tanto para los ciudadanos como para los profesionales sanitarios. A nivel informativo no importa tanto, a nivel profesional algo más, pero a nivel humano y sentimental es donde los expertos creen que nos espera un mazazo emocional y moral en cuanto salgamos de esta situación indeseable. Porque van a emerger mayores dosis de frustración y dolor, que están enmascaradas por el día a día de un hospital o centro de salud. Luego están las personas que han perdido una madre, una hermana, un tío o un sobrino. La gestión del duelo en los tiempos del COVID-19 se ha hecho lo mejor que se podía, se ha hecho como se podía, pero eso dista mucho de ser la mejor forma de asimilar la muerte de alguien cercano.

No ha habido ceremonias de despedida, ni una mano agarrada hasta el último momento, ni las palabras de perdón tras una discusión que generó un distanciamiento, ni un te quiero, ni un consuelo de ningún tipo. Todas esas carencias emocionales están aflorando y causando mucho sufrimiento. Hay una parte importante de la población que necesita y necesitará ayuda profesional. Y luego están todas las enfermeras que fueron testigos directos de esas despedidas en soledad y que hicieron lo posible por aportar consuelo al que nos dejaba y a los que dejaba en este mundo rotos de dolor. Eso sin contar con las propias pérdidas que ellas pudieron sufrir. Ha habido mucho silencio y muchos sentimientos encerrados, porque no había tiempo de hacerlos aflorar. Debemos seguir unidos y aplacar el sufrimiento de la mejor manera posible y aprendamos la mejor manera de afrontar la muerte en tiempos complicados, porque —ojalá no— quizá tengamos que vivir una experiencia similar en el futuro.

Florentino Pérez Raya

Autor Florentino Pérez Raya

Florentino Pérez Raya es el presidente del Consejo General de Enfermería

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