España se encamina hacia una sanidad de beneficencia

España se encamina directamente hacia un sistema sanitario de beneficencia. La predicción no es gratuita ni exagerada. Tampoco un intento burdo de desacreditar las actuaciones de un partido político en detrimento de otro. Responde más bien al análisis de una serie de indicios que se van convirtiendo en serias amenazas a medida que pasa el tiempo. Las señales que apuntan a un horizonte inquietante en el que el sistema sanitario público quedará relegado a la parte de la sociedad con menos recursos, pese a mantener su carácter universal, son múltiples, aunque el origen es prácticamente único: la falta de presupuesto. Bajo el Gobierno del PP, España destinaba un 6% de su PIB a la Sanidad.

Pese a las diatribas que lanzaba en la oposición, el PSOE apenas consigna hoy un 5,9%. Mientras esto acaece, la población envejece y se incorporan al sistema nuevos medicamentos como la inmunoterapia, mucho más eficaces para los pacientes, pero a la vez verdaderamente caros. El resultado es que el sistema da muestras ya de no poder ofrecer más por menos. Si se me permite el símil, es como un balón a punto de reventar al que empiezan a romperse las costuras para que pueda escapar el aire. Las estadísticas sobre listas de espera son elocuentes. 671.494 españoles aguardaban el pasado junio a someterse a una intervención quirúrgica, la peor cifra desde 2003.

No olvidemos aquí el dato de que sólo se entra en lista de espera para una operación cuando el especialista lo prescribe, por lo que no es difícil llegar a la conclusión de que decenas de miles de enfermos que aguardan ver a su médico y recibir su diagnóstico podrían engrosar también la estadística oficial. Pero más grave aún que el número lo es el tiempo medio de espera para operarse desde que el especialista lo dictamina. En concreto, en el conjunto del Sistema Nacional de Salud alcanza los 115 días, aunque hay comunidades como Cataluña en las que el panorama resulta más atroz y la cifra se dispara hasta los 146 días.

A la vista de estos datos y de la insuficiencia presupuestaria crónica que, lejos de solventar, ha empeorado bajo un gobierno de izquierdas, no es difícil pronosticar el trasvase paulatino de pacientes que se producirá desde el sistema público al privado en busca de una rapidez asistencial que se ha esfumado. Otros signos de este empobrecimiento paulatino de la sanidad pública ante la insólita pasividad de las autoridades son la falta de inversión de reposición o mantenimiento, la ausencia de cobertura de las vacantes en algunos servicios de salud y la obsolescencia tecnológica. Hace años, la Sanidad pública era la primera en incorporar los mejores equipos de diagnóstico. Hoy, va ya muy a la zaga de la privada, más rápida y eficiente en sus actuaciones.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué director de gestión de un hospital madrileño arrastra muy mala fama? ¿Por qué?

¿Está vinculada la desfinanciación de las Sysadoas con el pago de las nuevas terapias para dejar de fumar, como sostiene todo el sector farmacéutico?

¿Qué tienen previsto hacer los farmacéuticos para torpedear la decisión de Sanidad de quedarse con parte de los descuentos de los genéricos?

¿Qué alta directiva de un laboratorio farmacéutico defiende con vehemencia que es malo que sólo acudan a negociar al Ministerio representantes masculinos de la industria, y que deberían hacerlo en “paridad de género” para lograr mayor proximidad con el departamento de Carcedo?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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