La Ley General de Sanidad ya no da más de sí

La Ley General de Sanidad de 1986 fue una norma crucial para definir las bases de lo que ha sido el actual Sistema Nacional de Salud (SNS). 36 años después de su histórica aprobación, este texto legal básico ha dado ya de sí, sin embargo, todo lo que podía ofrecer y, después de un largo periodo de éxitos palpables y reconocidos por todos, el modelo sanitario creado a partir de él muestra claros signos de agotamiento.

En 2022 la Sanidad pública española se encuentra sumida en una crisis sin precedentes que la pandemia ha terminado de sacar a la luz, y el que diga lo contrario incurre en un ejercicio de falsa autocomplacencia que sólo servirá para retrasar las reformas necesarias para apuntalarla. ¿Qué está fallando? Absolutamente todo. La atención primaria adolece de recursos y de capacidad resolutiva, se encuentra aprisionada por la burocracia y los profesionales que ejercen en ella están atrapados en un régimen funcionarial que, lejos de beneficiarles, ha terminado por oprimirles como si de un Leviatán administrativo se tratara.

36 años después de la irrupción de esta magnífica ley que se gestó bajo el gobierno socialista de Felipe González, el modelo sanitario es, además, hospitalocentrista, carece de cohesión territorial y empieza a mostrar tics más que preocupantes para los pacientes a través de dos hechos muy vinculados entre sí: las listas de espera y el retraso en la llegada de las innovaciones terapéuticas. El uso de todo tipo de barreras suele ser una de las herramientas fundamentales de las que disponen sistemas sanitarios como el nuestro para modular la demanda creciente y optimizar los recursos.

Sin embargo, la Sanidad española abusa exageradamente de ellas, lastrada por la falta de fondos, con consecuencias trágicas. Las demoras diagnósticas y quirúrgicas alcanzan cotas imperdonables en la mayor parte de las especialidades y en algunas comunidades cobran incluso tintes trágicos. Con respecto a las nuevas terapias y equipamientos tecnológicos, baste decir que España se encuentra en el furgón de cola en el tiempo de desembarco, para exasperación de los enfermos y de las compañías que operan en el sector.

España, además, está llegando tarde, una vez más, al proceso mundial de digitalización. De hecho, no es infrecuente encontrar hospitales que acumulan aún las historias clínicas en papel raído por el paso de los años mientras los sanitarios se devanan por localizar datos de sus pacientes en sistemas informáticos obsoletos. La Sanidad española carece de dinero, sí, pero también es un saco roto de recursos por la ineficiencia estructural que la sacude y que genera desde la duplicación innecesaria de pruebas hasta una hiperfrecuenciación absurda de sus servicios. Capítulos aparte son la atención a crónicos y el régimen de personal, absolutamente obsoletos, anacrónicos con los nuevos tiempos y desincentivadores del esfuerzo.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué conocido directivo de una conocida multinacional está de capa caída en su empresa? ¿Por qué?

¿Qué médico mediático está haciendo todo tipo de movimientos para alcanzar un puesto político?

¿Qué político sanitario del PP tiene muchas papeletas para ascender con el desembarco de Alberto Núñez Feijóo en la cúpula del PP?

¿Qué compañía ligada al mundo farmacéutico tiene la comunicación hecha trizas? 

¿Qué directiva farmacéutica tiene una oferta sobre la mesa para cambiar de compañía?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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