A mediados de enero, entre el hielo y la nieve, entre el miedo y la alegría de la inminente llegada, entre paños verdes y manos expertas, entre los nervios y las horas eternas… nació Julia. Una niña delicada, sensible y frágil.
Era su principio. Yo presentí su llegada y supe que la apertura de sus ojos verdes se enlazaba con el cierre de los míos. Ella era mi nieta. Mi corazón delicado, sensible y frágil la quiso mucho en un instante y al siguiente se paró. Era mi final.
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