Una visión escorada de la reforma sanitaria

Después de tirarse años pregonando a los cuatro vientos que la Sanidad española es la mejor del mundo, y de sacar pecho por su “resiliencia” durante la pandemia, los ideólogos sanitarios de izquierdas empiezan a caer en la cuenta de que el Sistema Nacional de Salud debe refundarse. Justo lo que llevan sosteniendo expertos sanitarios independientes desde que saliera a la luz y quedara relegado en un cajón polvoriento el informe Abril Martorell. Como es natural, esos ideólogos no dan todo su brazo a torcer y tratan de arrimar el ascua a su sardina. ¿Reformas? Sí, vienen a decir, pero no las que propugnan los ideólogos de la derechona y los expertos ennoviados con la industria farmacéutica o con la sanidad privada, los dos satanes a los que conviene hacer vudú.

Aunque ya han sido varias las voces afines al PSOE que han apuntado la necesidad de retoques en el sistema, hay una que posiblemente lidere a la de los demás: la de Fernando Lamata, el mejor formado. Lamata es un psiquiatra con un amplio bagaje gestor en el Ministerio y en el ámbito autonómico -su Castilla-La Mancha natal-, y todos los que le conocen hablan cosas buenas de él. Doy fe, porque también le conozco, de que es cierto. Además de honrado, que no es poco, Lamata es un hombre de férreas convicciones que le han hecho enfrentarse a veces a sus propios correligionarios, provocándole serios problemas laborales. Sin embargo, como buen izquierdista, Lamata es muy doctrinario, lo que implica que no se bajará nunca del burro aunque diga abrirse a cambios.

Como viene siendo norma últimamente en los ideólogos de izquierdas, Lamata arremete contra el, a su juicio, excesivo precio de los nuevos medicamentos, y carga las tintas contra lo que denomina “privatización”, apuntando, eso sí, a Madrid y a Díaz Ayuso, la pieza a batir, como si en la Andalucía socialista los conciertos con la empresa Pascual no fueran descapitalizaciones de lo público. Además, arremete, cómo no, contra el austericidio, el culpable de todos los males. El análisis de Lamata es más elocuente, sin embargo, por lo que no dice que por lo que apunta. Obvia que ese austericidio suele ser la consecuencia que se deriva del despilfarro y la borrachera de la deuda pública.

En estos momentos, las administraciones acumulan un débito superior a 1,5 billones, el récord histórico. ¿De dónde saldrá el dinero para pagar los intereses, señor Lamata, si se dispara la prima de riesgo, como en 2008? Tampoco dice nada de tocar el Estatuto Marco, el mismo que convierte al sanitario al funcionario y penaliza su entrega al dejar impune la indolencia, ni de modificar la gestión de los centros, totalmente anacrónica. Su apuesta consolida el statu quo dominante y sindicalizado, el que ha llevado a la Sanidad pública al abismo. Por cierto, si hace falta más dinero para la Sanidad, ¿a qué espera este Gobierno para inyectarlo?

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué mujer sobradamente preparada tiene todas las papeletas para suceder a Carolina Darias al frente del Ministerio de Sanidad?
  • ¿Qué matriz de un laboratorio está muy recelosa con la situación del mercado español por culpa de la inacción ministerial y se ha planteado incluso desinversiones?
  • ¿Qué gerente hospitalario es el ojito derecho de Isabel Díaz Ayuso? ¿Por qué?
  • ¿Qué consejero de Sanidad del PSOE dio orden el pasado verano de cambiar radicalmente las relaciones con los sanitarios tras el enfrentamiento que mantenía con ellos su departamento?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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