Alejándonos de una enfermería light (II)

Continuando con nuestra reflexión en torno al riesgo que supone la tentación de deslizarnos hacia eso que hemos denominado una “enfermería light”, afirmábamos como conditio sine quanon la necesidad de acceder a la profesión como respuesta a una llamada, una convocación, en este caso, a cuidar de los otros en un sentido de integralidad.

Un horizonte, pues, que no apela tan solo a su vertiente física sino, por el contrario, al conjunto de las dimensiones propias de lo humano: lo físico, lo psíquico, lo social y lo espiritual. También -cómo no- esto último que exige a las enfermeras un conocimiento expreso de eso que muchos sitúan en “el otro lado de la razón” pero que, no por ello, está fuera del conocimiento, de las habilidades y -sobre todo- de las actitudes exigibles a un profesional de enfermería.

Una enfermería light, tendría como otro de sus componentes el fijar los contornos de su práctica en un marco exclusivamente contractual, en una especie de acuerdo entre las partes una de las cuales sería el propio paciente. Y una enfermera/o no es, no puede ser un hombre, una mujer de negocios sino un profesional en el más estricto sentido de la palabra.

Algo así, es expresivo de una disociación entre el ser y el actuar como enfermera, esto es, entre el ser y la función y creo que ya hemos argumentado en algún momento que una enfermera no es algo que se hace, sino que se es. Por ello, tal vez podríamos hablar de una “naturaleza enfermera” que es aquella que tiene como meta el cultivo, la cultura de la vida.

Talcott Parsons, sociólogo norteamericano, nos aleja de cualquier concepto “utilitarista”, para afirmar que el servicio altruista debe distinguir al profesional de otros agentes sociales. Valdría la pena detenernos en este aspecto que no nos exime de la exigencia de una justa retribución por los servicios prestados. Es lo que Parsons denomina “trabajo a plena dedicación”. Sé que este tipo de afirmaciones es susceptible de múltiples reparos y requeriría profundas matizaciones. Por el momento me limito a afirmar que la gratuidad se relaciona, en este contexto – “no light”- con un bien que no tiene precio y, desde esta óptica, los cuidados enfermeros han de trascender cualquier criterio de compensación exclusivamente económica.

Es enfermería light cualquier modo de ejercicio profesional que no sitúa al paciente en el centro, un paciente que no es un mero usuario ni menos aún un cliente, sino que es una persona. Para no caer en esa tentación solo nos queda, en síntesis, entender la prestación de cuidados como un modo de relación interpersonal -con solida fundamentación científica- pero en un “humus” de encuentro yo-tú que alumbra una nueva realidad, “el “nosotros”. Y desde ahí la práctica profesional adquiere un elenco de componentes que van mucho más allá de los aspectos meramente instrumentales de la práctica para convertirse en un arte que, sin duda, configura la grandeza de una profesión obligada a buscar, más allá de la calidad y la seguridad, la excelencia.

Rafael Lletget

Autor Rafael Lletget

Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.

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