Alimentación y cuidados desde San Juan de Dios a la madre Rafols

En 2008 se celebraba en Zaragoza el Bicentenario de Los Sitios, aquella desgracia valiente que ocurrió entre el pueblo español y las tropas napoleónicas que venían para quedarse, pero que no lo consiguieron.

Los fastos preparados fueron tremendos, pero no había nada que sentase las bases de cómo se comía en ese siglo porque sólo nos contaban que era tal la desidia de la guerra que lo cierto es que no comían. Así que planteé en la Institución Fernando El Católico, editorial institucional de la Diputación Provincial de Zaragoza y anexa al CSIC, que si les gustaba la idea de hacer un libro con profesionales expertos en las materias que hablase de “Los Sitios de Zaragoza: Alimentación, Enfermedad, Salud y Propaganda”. Vieron el glosario de temas y autores, y dijeron que me pusiera manos a la obra, nunca mejor dicho. Contacté con los autores, distribuí los temas y los títulos y nos pusimos a trabajar en plazo. Yo me quedé un capítulo con el título que encabeza este post.

Han pasado 10 años de la muy exitosa publicación del libro. Esta semana buscando intervenciones enfermeras en nutrición, desde los primeros tiempos de la Enfermería, recurrí a mi capítulo y releí lo que buscaba del Prior Francisco José Bueno y González. Entonces fue cuando vi clarísimamente que os tenía que contar en el verano de 2019, lo que decía este buen enfermero en 1833, porque a veces con lenguaje y definiciones antiguas, el fondo es de rabiosa actualidad. Máxime ahora que después del Real Decreto, todavía andamos teniendo que demostrar que las enfermeras sabemos de dietas y que algunas del ámbito de la nutrición específicamente hablando, estamos preparadas y formadas para indicar, recomendar uso, vamos preparadas para prescribir dietas y SNO (suplementos nutricionales orales).

Ahí os dejo en dos fases, la parte final del capítulo entero.

Y UN POSTERIOR TRATADO RECOPILATORIO (1ª Parte)

Padre Francisco José Bueno y González. 1833

Fue prior de la Orden Hospitalaria y en 1833 compiló las recomendaciones orales y escritas del Fundador (San Juan de Dios) y escribió la Instrucción de Novicios que tituló El Arte de Enfermería y cuya página técnica es impagable para la enfermería actual:

En el prólogo comienza por solicitar de los enfermeros «…celo, instrucción y confianza…» y les dice a los novicios que «… la parte enfermera debe constituir una ciencia particular, enseñada por principios…»

En los comentarios que hacen respecto de este Tratado, dos investigadores en la ciencia de la enfermería y autores de reconocido prestigio (Eseverri y Ventosa) se concentra y se resalta su importancia sobresaliente al remarcar que cuando éste se escribió, Florence Nightingale (a la que internacionalmente se le considera la primera enfermera moderna) tenía 13 años y la que fue origen de su primera unidad de enfermería en la guerra de Crimea, se organizó en 1864 (31 años después de la instrucción del P. Bueno y 11 años después de haber muerto la Madre Rafols). De ahí la insistencia de muchos enfermeros españoles, en que S. Juan de Dios es el germen de la enfermería en el mundo y su Orden los primeros enfermeros instruidos de España y los segundos de Europa, recordando lo ya mencionado ut supra de Luisa de Marillac y sus «Paulas».

La alimentación en la Instrucción de los novicios-enfermeros

El capítulo V de la Instrucción, lo dedica a «Alimentos para los enfermos y convalecientes, y nociones de materia médica»

El artículo I se titula Dietética en el que habla no sólo de los alimentos y los ayunos sino que describe cómo deben suministrarse los alimentos, cómo renovar el aire de las salas de enfermería. «¡Cuidado con los alimentos que se introducen en el hospital, en las enfermerías, que consumen los pacientes, sin control de facultativos!…» dixit.

Dietética «… es palabra tomada en un sentido general, significa el modo de emplear con orden todo lo necesario para conservar la vida, ya en estado sano, ya en el de enfermo; por consiguiente no se debe limitar al uso de alimentos y bebidas, sino también al de las medicinas, aire en que se ha de vivir y cuanto con él tiene relación, como la situación del lugar, clima, estación, ejercicio, descanso, sueño, vigilias». La divide en «conservativa, preservativa y curativa»

El artículo II describe el modo de disponer y dar a los enfermos las sustancias líquidas.

«… en consideración a la edad, costumbre, enfermedad, clima y estación del enfermo, dispondrán la que consideren más indicada; pero el enfermero deberá tener una noticia de sus composiciones, para mandarlas hacer o disponerlas en casos necesarios y de las horas en que podrá suministrarlas en casos necesarios y de las horas en que podrá suministrarlas, para ejercitarlo con utilidad del enfermo. Así pues, suministrará los alimentos en las remisiones, en las intermitentes, en el intervalo de los accesos, calculando el tiempo que se necesita para la digestión… y haya disposición en el paciente»

A continuación pasa a describir cómo se hace el caldo y los diferentes tipos que hay: «Nutritivo y Medicamentoso».

El artículo III describe cómo deben ser las diferentes preparaciones y denominaciones de las dietas: «Vegetal – mucilaginosa – azucarada – oleosa – farinácea – accídula – láctea – gelatinosa – fibrosa – tónica»… «A veces el estado del enfermo no se le permite tomar alimento sólido y precisa de sustancias que siendo más nutritivas que el caldo sean de fácil digestión, en cuyo estado se prescriben los consumados, las gelatinas o jaleas, las cremas».

De la comida. «La comida para los convalecientes debe ser tanto en la cualidad, cuanto en la cantidad, arreglada al estado de sus fuerzas, esto es de fácil digestión y de cantidad proporcionada, que no exceda ni falte…. para que la entiendan los enfermeros en las visitas la clasificaremos en: completa o ración; mediana o media ración; tenue o sopas».

De la bebida. «La bebida que usarán los enfermeros, será el agua templada en invierno; natural, limonada, emulsión o cocimiento en verano.

O cualquier otra que el facultativo disponga; se le podrá dar a la hora de los alimentos, vino o cerveza».

De los cuidados. Pero no sólo da instrucciones de cómo hacer las dietas terapéuticas. El P. Bueno indica a sus novicios en el capítulo VI, cómo han de suministrarse las medicinas con método y horario; y cómo suspenderlas.

«Los remedios no han de aplicarse indistintamente en todos los tiempos de las enfermedades; ocurren casos en los cuales la variación de síntomas exige la suspensión de los prescritos; muy a menudo no se tiene al médico a la mano para darle razón de lo ocurrido. Es necesario pues, que los que cuidan del enfermo sepan la ocasión más oportuna para la administración de los remedios y las circunstancias en que deben apartase de la ordenata que se les ha dejado y suspende algunas medicinas. Me ceñiré aquí a proponer algunos ejemplos y algunos de los remedios más principales que podrán servir de modelo para diferentes casos».

Y a continuación describe qué hacer con las tisanas, los narcóticos, los eméticos, purgantes, sangrías y quina. Pero no quiero detallar más, ya que en el ejemplar de “Los Sitios de Zaragoza: Alimentación, Enfermedad, Salud y Propaganda”, existen unos magníficos capítulos dedicados a los medicamentos y a las enfermedades.

 

 

Hasta aquí queridos colegas, la primera parte que ha sido sólo introductoria, para ir haciendo boca, en la segunda parte nos daremos cuenta de que llevamos doscientos años bailando la yenka por los vaivenes que nos provocan las instituciones; teniendo que demostrar en los últimos años, que la enfermera es una facultativa académicamente homologada y asistencialmente reconocida, que ya no necesita tutelas ni padres adoptivos.

Continuará……..

Marilourdes de Torres

Autor Marilourdes de Torres

Delegada de nutrición del CGE; coordinadora del CC de ADENYD, secretaria general de UESCE; pero sobre todo me considero ENFERMERA PRESCRIPTORA.

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