Seguridad ante todo

Partamos de la base de que en un país desarrollado ningún trabajador debe ejercer su labor sin contar con las más elementales medidas de seguridad. No hablamos sólo de sanitarios, a los albañiles se les debe proveer de cascos, botas o chalecos; a los operarios de limpieza, de prendas reflectantes o abrigos y a un contable o a una periodista de sillas ergonómicas o pantallas que no les dejen ciegos. Trabajar sin protección puede resultar letal.

Tristemente, ya pudimos comprobar durante la primera fase de la pandemia las consecuencias del desabastecimiento de mascarillas, gafas de protección: guantes, lo que se tradujo en contagios masivos e incluso acabó provocando la muerte de muchos compañeros. Este lamentable ejemplo de falta de previsión no debería volver a repetirse. Pero la falta de materiales, el tener que emplear las bolsas de basura como elemento protector frente al coronavirus, es sólo la cara más visible, evidente es escandalosa de la seguridad —o la inseguridad— en el trabajo.

Si echamos la vista atrás podemos encontrar cómo han evolucionado algunos elementos cotidianos de nuestro trabajo. Por ejemplo, los dispositivos antipinchazos han supuesto un gran avance en el trabajo de las enfermeras. Todavía recuerdo los dramáticos testimonios de las compañeras y compañeros que se pinchaban de forma accidental con una jeringuilla que había estado en contacto con una persona con VIH o hepatitis. Afortunadamente, los sistemas actuales evitan casi por completo este tipo de incidentes.

Pero la guerra por la seguridad nunca se acaba ni vamos a renunciar a ella. La exposición a fármacos citotóxicos es una preocupación de primer orden para el Consejo General de Enfermería. Se han dado pasos cruciales a nivel europeo. Sin embargo, como desvela el último estudio llevado a cabo por nuestros Instituto de Investigación Enfermera, existen riesgos que ni siquiera se barajaban hace unos pocos años. Las autoridades sanitarias deben hacer todo lo que esté en su mano para proteger la salud de los profesionales sanitarios. No olvidemos que el contacto prolongado con ciertos medicamentos —por ejemplo, de naturaleza oncológica— puede traducirse, precisamente, en el desarrollo de tumores. Amamos nuestro trabajo, nos volcamos con los pacientes, arriesgaremos la vida si es necesario como ha ocurrido en la pandemia, pero no vamos a asumir riesgos prevenibles ni evitables. Hay que actuar ya.

Florentino Pérez Raya

Autor Florentino Pérez Raya

Florentino Pérez Raya es el presidente del Consejo General de Enfermería

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