Unidad Enfermera, manifestación 18 de junio

¿Dónde está la ansiada unidad enfermera?

Hace unos días tuvo lugar en Madrid una manifestación enfermera con el objetivo de mostrar el hartazgo de la profesión ante el desprecio ancestral de la administración a la hora de atender reivindicaciones básicas de la enfermería española y la preocupación por seguir garantizando un modelo de sanidad que garantice la calidad y la seguridad de los pacientes. Ambas cosas  absolutamente legítimas y necesarias.

He venido insistiendo hasta la saciedad, en reflexiones precedentes, en la urgencia de cuidar al cuidador, de no seguir aprovechando el irrenunciable hecho de nuestra vocación para exprimir a las enfermeras hasta la extenuación. Los enfermeros estamos cansados de oír la perenne cantinela según la cual somos la columna vertebral del Sistema Nacional de Salud, una profesión emergente, un modelo de entrega y humanidad a los pacientes mientras tenemos especialidades, aprobadas en el año 1989 aún sin desarrollar ni reconocer laboralmente. Mientras seguimos trabajando con ratios que nos sitúan a la cola de la Unión Europea. Mientras, a pesar de nuestra formación universitaria de grado, posgrado y doctorado no podemos ser gerentes de hospital o directores generales en un servicio regional de salud porque la mayoría de las legislaciones lo impiden y los que podían cambiarlas no tienen voluntad de hacerlo pese a que, a hurtadillas, de quienes se asesoran y por los que conocen de verdad lo que pasa son las enfermeras. Y es indiferente el signo político.

Nos han toreado durante más de quince años con un decreto de indicación, uso y autorización de medicamentos y productos sanitarios (lo que ellos mismos llamaban como podemos comprobar en los correspondientes diarios de sesiones parlamentarias “prescripción enfermera”) también sin un mínimo desarrollo. Nos siguen manteniendo en un nivel salarial por debajo del que nos corresponde. Nos han expuesto, también con el aval de nuestra responsabilidad ética y deontológica, a trabajar en unas condiciones verdaderamente impresentables en los albores de la pandemia con las consecuencias que todos conocemos. Llevamos años hablando de la necesidad de un cambio de paradigma del curar al cuidar.

Parece lógico que la profesión manifieste su hartazgo en la calle. Lo que no lo parece tanto es que, desde algunos sectores internos, se intente mirar hacia otro lado por razones ya sean ideológicas o porque nos resulten más o menos gratos sus convocantes. Ojalá se hubieran unido en la calle, no 8.000 sino 200.000 enfermeros y enfermeras. Ojalá se hubieran lanzado a esa calle todos los sindicatos, todas las asociaciones y sociedades científicas, la universidad, sus decanos y sus inquietos alumnos, los colegios profesionales de forma unánime, las asociaciones de pacientes. Ojalá digo. Porque eso sí abriría las puertas a un cambio de paradigma. Lo contrario sigue siendo lo más antiguo, a veces alentado por los que se disfrazan de modernos. Yo me comprometo a hacer un serio examen de conciencia.

Rafael Lletget

Autor Rafael Lletget

Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.

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