Hacia un nuevo humanismo enfermero (IV)

En los últimos meses hemos visto, no sin estupor, como algunas administraciones sanitarias se permitían el lujo de prescindir de miles de profesionales. Justo después de tantos aplausos y en un tiempo de crisis que anunciaba el comienzo de esta sexta ola pandémica. Reducción de recursos humanos en un escenario limitado como lo está la sanidad española en comparación con la media europea. Jornadas de trabajo dobles, suspensión de vacaciones, falta de cobertura de bajas, salarios de escándalo incapaces de compensar ni lo más mínimo los niveles de responsabilidad que asume una enfermera ahora y siempre… y esto me hace evocar unas palabras de Dostoyevski cuando afirmaba lo siguiente: “La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles”.Cuando uno va llegando a la madurez profesional se da cuenta de que es mucho mejor ser los padres de nuestro futuro que los descendientes de nuestro pasado. Por ello, de alguna manera, quiero plantear la necesidad de un nuevo humanismo enfermero.

Confieso que me ha costado mucho tiempo llegar a esta conclusión. Ahora afirmo que, muchas de esas cuestiones y actitudes que hemos tildado de humanismo enfermero han constituido la excusa perfecta para abusar de una profesión que, a pesar de todo, nunca renunció ni renunciará a encarnar esos principios y valores que le son propios.

Y, llegados a este punto, afirmo también: ¡No puede ser excelente un profesional que no se siente comprendido, escuchado, reconocido y, en definitiva “cuidado” por la sociedad! Una enfermera ha de prestar una asistencia sanitaria de la mayor calidad al paciente, pero para hacerlo, no es menos cierto que también tiene que sentirse tratada como persona. Y la enfermería, afirmo tajantemente, no lo está.

Los responsables de nuestra gestión sanitaria, no solo los políticos, también nuestros propios gesto-res enfermeros, nuestros representantes sindicales y profesionales tienen que ser muy conscientes de esto. Hay a quien se le entrega un móvil, una tablet, un acceso a un par de redes sociales y tiene la posibilidad además de hacerse un par de selfis al día y, con ello, se cree que ha conquistado el mundo y ya lo tiene todo hecho. Y no es posible ser buen político, ni buen gestor ni buen sindicalista ni buen presidente de colegio profesional, ni buena supervisora ni directora o director de enfermería si no se es consciente de que cualquier planteamiento ético, deontológico, profesional y cualquier tentativa hoy de verdadera humanización de nuestro sistema nacional de salud no puede seguir tolerando cosas como la que leí hace solo unos días en boca de una compañera de Orense que afirmaba haber firmado 599 contratos en once años.
El humanismo enfermero no puede ser la excusa perfecta para seguir tolerando lo intolerable.

Rafael Lletget

Autor Rafael Lletget

Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.

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