Quieres silenciar a las campanas

CARLOS NICOLÁS, PERIODISTA.- El reloj de la torre de la iglesia que está próxima a casa deja de dar las horas a partir de las doce de la noche hasta las nueve de la mañana siguiente por no molestar el sueño de los vecinos. Es algo que supongo después de haber escuchado las críticas a varios de ellos. Se diría que, a medida que crecen las poblaciones, aumentan las quejas por determinados ruidos, incluyendo entre ellos el tañer de las campanas de las iglesias.

A juzgar por las críticas al sonido de las campanas, críticas que suelen multiplicarse en las redes sociales, parece claro que su sonido no dice nada a los nuevos habitantes de las poblaciones, para quienes se trataría de ruido lo que en otro tiempo, no tan lejano, eran auténticos altavoces para los habitantes que, de acuerdo con su tañer, pues no todos los toques eran iguales, sabían si avisaban de un fuego o anunciaban la muerte de algún convecino.

Ahora, en plena civilización del ruido, basta poner el oído al bullicio de las poblaciones, grandes y pequeñas, llama la atención que lo único que moleste sean las campanas y genere toda clase de críticas y hasta de denuncias.

Conozco casos, y lo he señalado al principio, en que gracias a la técnica se ha suprimido el sonido de las campanas por la noche. Se trata de respetar el sueño de los ciudadanos que viven en su entorno. Pero no creo que la solución sea silenciarlas para siempre.

De todos modos, y dado el incremento de la contaminación acústica que nos rodea, debería iniciarse una campaña contra el ruido y no solo contra el sonido de las campanas cuyo tañido (que no ruido) siempre trata de anunciar algo comenzado por el paso del tiempo.

Autor Carlos Nicolás

Director de Acta Sanitaria

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