Los documentos volatilizados de la pandemia

El intento de borrar el pasado ha sido una práctica habitual en los regímenes totalitarios. Pese a carecer de Photoshop, Iósif Stalin hacía desaparecer por ejemplo a sus rivales de las fotografías para eliminar toda huella de su existencia. De ello se hizo eco George Orwell, quien se inspiró en la URSS para escribir su genial novela 1984. El protagonista trabaja en el Ministerio de la Verdad, un apéndice del Leviatán que controla el Gran Hermano para domeñar a las masas y cuyo cometido esencial era revisar la historia y suprimir el rastro de los que caen en desgracia.

Winston, así se llama, se ve obligado incluso a reescribir noticias y discursos enteros para adaptarlos a la verdad oficial, que no es otra que la verdad del partido, haciendo desaparecer las versiones originales y sustituyéndolas por las alteradas con el fin de alterar los hechos pretéritos y también los presentes, según la conveniencia del aparato. Si el Gobierno decía que la producción agrícola iba a crecer un 20% y después lo hacía sólo un 5%, la hemeroteca pasaba a revelar que el Gobierno había dicho que no iba a crecer nada para después poder presumir de que se habían batido todas las previsiones.

El cambio constante de la historia adormecía a la población, que asumía sumisa las nuevas cifras como si fueran las verdaderas, confiando en la bondad de sus líderes. Los hechos descritos en la novela recuerdan, salvando por supuesto las distancias, a lo ocurrido con algunos de los documentos oficiales elaborados poco antes de que estallara la pandemia y a lo largo de la misma. Afortunadamente, Sánchez no es Stalin, y el Ministerio de Sanidad no es el Ministerio de la Verdad de Orwell, pero varios de los textos publicados en febrero, marzo, abril y hasta más tarde han sido eliminados de la web oficial del departamento que dirige Salvador Illa y sustituidos por otros aparentemente iguales, pero en los que el contenido ha variado. Los ejemplos son innumerables.
Ocurrió, por ejemplo, con los primeros informes técnicos sobre el SARS-CoV-2 que hizo públicos el Centro de Alertas que dirige Fernando Simón.

En ellos aparecían los nombres de los autores. En las siguientes actualizaciones, dichos nombres desaparecieron como por arte de magia, no se sabe si para blindar a sus progenitores ante posibles acciones judiciales o por otras motivaciones. Ha venido sucediendo también con los documentos sobre las medidas de prevención en el ámbito laboral. Las versiones existentes sobre este texto son, al menos, cinco, pero la única que puede encontrarse hoy es la última, diferente en las recomendaciones a la primera y a las posteriores. Otro caso llamativo es el informe relativo a la vuelta a la vuelta al Colegio. El publicado antes del verano aconsejaba que los niños no llevaran mascarilla al sentarse en el pupitre. Hoy, esta recomendación se ha volatilizado: al desaparecer el pasado los rastros desaparecen

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué personaje ha permitido al Ministerio de Sanidad controlar lo que pasaba en un colegio profesional crítico con Isabel Díaz Ayuso?

¿Qué fórmula ya ensayada puede poner a colegios y corporaciones en manos de empresas de seguros y corredurías?

¿Qué mensaje le ha transmitido Iceta a Illa sobre las andanzas de uno de los altos cargos del ministro?

¿Qué laboratorio está dando pasos significativos de que puede integrarse en Farmaindustria?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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