Seis días después del ataque terrorista perpetuado en Niza, los sanitarios del hospital Pasteur de Niza siguen bajo el shock y la incomprensión de lo ocurrido. “Es duro, hemos visto cosas que ni los dispositivos de emergencia están acostumbrados a ver”, “Es más duro que de costumbre ya que los afectados parecen haber sido víctimas de un terremoto o un accidente de tráfico”, “los servicios de urgencias se han visto desbordados, hemos tenido que hacer frente a situaciones a las que no estamos acostumbrados”, “19 quirófanos que han funcionado durante dos días consecutivos con equipos que han tenido que doblar sus guardias”, “necesitamos hablar y expresar nuestros sentimientos”.
Estas son algunas de las frases más repetidas entre el personal de este hospital que ha recibido la mayor parte de los afectados por el atentado.
Se quejan de una falta de organización durante el plan blanco activado durante esta catástrofe jamás vivida en Niza.
Y yo me pregunto… ¿Estamos realmente preparados para asumir una emergencia de tal magnitud?.
Cada vez que activamos la simulación del plan blanco en mi hospital me hago esta misma pregunta.
El problema no es estar preparados técnicamente con material en abundancia y los recursos humanos necesarios, ¿es que estamos preparados psicológicamente?.
Tanto en Niza como durante los atentados de Paris el personal sanitario ha podido beneficiarse de la escucha y el apoyo de una unidad médico-psicológica.
Lo más que ha marcado a estos profesionales habituados al caos es la presencia de menores en el atentado y la impotencia ante tal avalancha de heridos.
Hay que recordar que el ataque de Mohamed Lahouaiej Bouhlel dejó 84 muertos y de entre ellos 10 niños y adolescentes.
El lunes por la noche 70 personas seguían hospitalizadas de las cuales 19 están en pronóstico grave según la ministra de salud Marisol Touraine.