Cientos de Antonios no vivirían hoy con la ley de eutanasia

Antonio tiene 48 años. De haberse aprobado en el pasado la Ley de Eutanasia, no los habría cumplido y, por supuesto, no andaría por la calle, ni discutiría de política, ni iría con su hijo al Bernabéu a ver al Madrid de sus amores y cabreos, como hace ahora. Estaría bajo tierra. Seguramente, tanto él como su familia habrían dado el sí voluntario a su desconexión si les hubieran preguntado cuando los profesionales del Hospital 12 de Octubre le atendieron de urgencia de una encefalopatía hepática en abril de 2018. Allí, los diagnósticos eran nefastos y, por si fuera poco, todo empeoró. Los médicos no lograban estabilizarle y las complicaciones se sucedían: hemorragia causada por la rotura de varices esofágicas, síndrome hepatorenal, peritonitis, EPOC aguda…

Antonio entró en coma y a mediados de mayo los médicos de la UCI apuntaban ya, con lógica, que lo mejor sería poner freno al ensañamiento terapéutico y aguardar un fallecimiento que parecía irreversible y que todos daban por hecho. A las 24 horas de tan negro pronóstico, Antonio, sin embargo, revivió. Nadie sabe cómo, pero las mejoras fueron paulatinas. Digamos que milagrosas.

Con el paso de los días sus constantes revivieron. Recuperó la conciencia y, poco a poco, su proverbial mala leche. Los sanitarios del hospital no daban crédito, aunque las perspectivas sobre su evolución futura no eran mucho mejores que las que tenían cuando ingresó. Intensivistas y enfermeras no apostaban, pese a lo ocurrido, un euro por él y pensaban que lo suyo podía ser flor de un día, la mejora pasajera que experimenta siempre el moribundo antes de despedirse de este mundo. Pero Antonio prosiguió su recuperación. Tan increíble como cierto. Después de varias semanas logró el alta e hizo rehabilitación en otro lugar mágico: el Instituto San José. Horas antes de escribir esta tribuna, estaba junto a su hijo haciendo los deberes después de caminar 23 kilómetros, algo que ha convertido en una rutina casi diaria. Su hígado se ha repuesto casi plenamente, es muy probable que no precise un trasplante y ha recuperado un litro de su capacidad pulmonar.

Bromeamos sobre la posibilidad de que este verano acuda a las olimpiadas como atleta, aunque la opción está descartada. No así para dentro de cuatro años. Antonio es un caso real: el de un paciente que huye de la muerte henchido de vida. Un caso documentado y recordado en la UCI del 12 de Octubre que, sin embargo, no es único ni aislado. En España hay cientos de Antonios que hoy caminan, trabajan o van a ver a su Real Madrid porque la Ley de Eutanasia no se aprobó en años anteriores. Vidas humanas que no existirían de haber visto la luz una norma tan mediática como innecesaria.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué presidente de un gobierno autonómico no puede ver a su consejero de Salud y aguarda a que se produzca el más mínimo fallo para proceder a su relevo?

¿Qué oncólogo tiene un poder descomunal en la comunidad en la que reside?

¿Qué voz autorizada lamentó hace días la tibieza de Serafín Romero a la hora de posicionar a la OMC en contra de la eutanasia?

¿Qué conocido farmacéutico que no es presidente de un colegio ha caído en desgracia ante su Consejo General? ¿Por qué?

¿Qué colegio profesional abortó hace semanas la acometida de una candidatura respaldada por una empresa de pésimo nombre en el sector?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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