Las lecciones olvidadas de la pandemia

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero las administraciones sanitarias lo hacen más veces aún incluso. Transcurridos cuatro años desde el estallido de la pandemia de Covid-19, la mayor parte de las carencias estructurales que entonces afloraron en el Sistema Nacional de Salud (SNS) y que tantas secuelas causaron no sólo no se han subsanado sino que posiblemente se encuentren agigantadas. Desde este punto de vista, las interesantes recomendaciones vertidas por la Comisión de Reconstrucción a la que acudió casi todo el sector han caído literalmente en saco roto.

En el haber del actual Ministerio de Sanidad, todo sea dicho, hay que consignar la activación de la tan necesaria Agencia de Salud Pública, un órgano imprescindible para coordinar redes de alerta, evitar duplicidades y mejorar la agilidad de la respuesta ante eventuales nuevas emergencias. La pregunta que surge es la de por qué no comenzó antes su tramitación. El PP apoyaba la puesta en marcha de este órgano y con un poco de mano izquierda y de flexibilidad gubernamental, los partidos nacionalistas también la habrían respaldado, como parece que van a hacer ahora en el Congreso de los Diputados, si la legislatura no se interrumpe. Más allá de esta norma tan necesaria, poco más se ha hecho de lo que reivindicaron los expertos durante sus comparecencias y plasmaron los parlamentarios en las conclusiones del documento final.

El propósito de enmienda generalizado que surgió aquellos fatídicos días entre responsables y políticos de todo signo y condición se ha ido diluyendo con el paso de los meses, hasta el punto de que hoy se puede afirmar sin riesgo de error que otra pandemia similar nos golpearía aún con más dureza que la anterior si llegara a declararse. La base de estas deficiencias estructurales se encuentra en la ausencia de presupuestos acordes a las nuevas necesidades, lo que está provocando un tapón asistencial en casi todo el país: con los recursos que hay, el sistema no da más de sí para atender en plazos adecuados a los nuevos enfermos, a los que surgieron con la covid y a los que no fueron atendidos durante la misma de sus enfermedades de base. Cuatro años después, la atención primaria no carbura; no se ha reforzado la participación profesional y de los pacientes en la toma de decisiones; los servicios de salud siguen encorsetados por culpa de fórmulas jurídicas y organizativas obsoletas, y la profesionalización de la gestión brilla por su ausencia. Tampoco han avanzado la transparencia ni la homogeneización de los datos sanitarios, ni la coordinación autonómica en el Interterritorial. Faltan también profesionales. Miles. Las leyes que les rigen son arcaicas, y la temporalidad y la precariedad son moneda común. Por no saberse, no se sabe en tiempo real ni los que trabajan por profesiones y categorías. Nada se ha hecho en este sentido y las lecciones que nos dio la pandemia parecen ya olvidadas. Queda casi todo por hacer.

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué vínculo hay entre una conocida política sanitaria y un conocido empresario con pasado en la industria farmacéutica?
  • ¿Qué asunto vinculado con la tecnología pone de los nervios a los máximos representantes del sector farmacéutico? ¿Por qué?
  • ¿Qué compañía farmacéutica ha optado por la política de la “patada para arriba” de los directivos que, a su juicio, no han triunfado en sus objetivos?
  • ¿Qué consejero de Sanidad del PP va a su bola y no se entera de casi nada, según sus compañeros del Interterritorial?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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