No hay mimbres para un pacto por la Sanidad

A medida que se hace más evidente el grave deterioro que sufre la sanidad pública en España afloran con fuerza creciente las voces que demandan un pacto de Estado de las principales fuerzas políticas para insuflar aire al sistema y apuntalarlo. El contenido de dicho pacto difiere en función del sesgo ideológico del que lo propone. La mayoría coincide en que es necesario aumentar el porcentaje del PIB destinado a este servicio básico, aunque pocos apuntan cuál debería ser el origen de esos fondos adicionales, dada la limitación de los mismos.

En lo demás, las recetas son variopintas. La ultraizquierda, por ejemplo, propone eliminar Muface, mientras que numerosos expertos sostienen que, haciéndolo, los recursos públicos se sobrecargarían y quedarían abocados al colapso. La ultraizquierda y varios sindicatos exigen también la eliminación del modelo Alcira y la práctica eliminación de los conciertos con la sanidad privada.

La derecha cree, por contra, que eso consolidaría el modelo funcionarial que tanto mal ha causado a la Sanidad, aunque cuando gobierna ahonda paradójicamente en los postulados de sus rivales, como ha ocurrido en Andalucía con los dispositivos sanitarios que empezó a agrupar el PSOE bajo el paraguas de las empresas públicas en la etapa de José Luis García de Arboleya como consejero. De forma sorpresiva, la Junta de ahora, regida por el PP, los ha integrado en el modelo público puro.

También hay diferencias sustanciales en cuanto a la planificación de los profesionales sanitarios y sobre el papel de los laboratorios farmacéuticos. Una parte los sataniza y la otra defiende su importancia en el devenir investigador y económico del país. En este último caso concreto, la propia izquierda aparece dividida.

Vaya por delante mi discrepancia con todos los bienintencionados que reivindican dicho acuerdo de Estado. A diferencia de ellos, creo que nunca lo habrá por tres motivos básicos. El primero es precisamente la radical diferencia de posturas en cuanto a las medidas a tomar. Si no se ponen de acuerdo dentro de una misma corriente ideológica, no parece probable que se alcance entre posiciones distintas, más allá de en generalidades que luego quedan vacías de contenido como la cohesión o la equidad.

Tampoco los precedentes invitan al optimismo. Si la Comisión Abril Martorell, la subcomisión del Congreso creada en la etapa de José Manuel Romay y los pinitos realizados por el inefable Bernat Soria no fructificaron, tampoco parece probable que pueda ocurrir ahora. Y otro escollo es la situación política generada al albur de las elecciones generales.

Un gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez tendrá en frente a las 12 autonomías que controla directa o indirectamente el PP, y aprovechará además para cargar sobre ellas la responsabilidad de la negativa del pago de las prestaciones, aplicando el principio de que Sanidad invita y las autonomías pagan. No, no hay mimbres para ningún pacto.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué CEO de una conocida multinacional farmacéutica tiene la consiga de hacer limpieza en ella a partir de septiembre?

¿Qué CEO de una conocida multinacional farmacéutica es apodado por otros CEOS de la industria como el “marisabidillo”? ¿Por qué?

¿Qué alto cargo de una Consejería de Sanidad del PP recibió antes de acceder al cargo una ayuda irregular para colocar a un familiar suyo en un hospital?

¿Qué multinacional farmacéutica quiere cambios en su política de comunicación y ya ha realizado un fichaje sorpresa?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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