El ser humano es un animal curioso por naturaleza. Esta cualidad nos ha hecho, entre otras, evolucionar como especie siendo una de las culpables de nuestro desarrollo intelectual.
No se cuestiona que nuestra curiosidad favorece que el hombre investigue los sucesos y entornos que le rodean llevándonos a descubrir episodios que sin la necesaria curiosidad habrían quedado ocultos a nuestro conocimiento.
En definitiva aprendemos y adquirimos experiencia a través de nuestra insaciable curiosidad como seres humanos.
Hace unos días saltó a los medios de comunicación un vídeo donde se veía que un guardia civil de tráfico que estaba regulando la circulación para dar seguridad al auxilio de un vehículo en la M-607 salva su vida cuando otro automóvil se dirige hacia él a gran velocidad y de manera descontrolada.
Pese a que para el gran público este vídeo demuestre un hecho aislado, tristemente para los servicios de emergencia es algo habitual que se da en múltiples intervenciones de accidentes o auxilios en vías de circulación de vehículos con el tráfico abierto. Son hechos conocidos y vividos por estos profesionales.
Cuando se atienden accidentes en este tipo de vías las medidas de seguridad y autoprotección de los intervinientes se deben extremar, ya que los niveles de riesgo se maximizan por los llamados peligrosos mirones. A diferencia de la curiosidad innata del ser humano estas personas ponen en peligro a todos los actores que participan en la resolución del siniestro producido.
No es infrecuente, tristemente, que tras un accidente de circulación este se magnifique produciéndose sucesivos siniestros con el consiguiente aumento de lesiones y víctimas por la pérdida de concentración en la conducción de los peligrosos mirones porque su curiosidad les fuerza distraer la mirada cuando esta acción, que no aporta nada positivo al incidente primigenio, genera un peligro innecesario algunas veces de consecuencias nefastas.
Esto debería ser de obligado conocimiento, por el riesgo que entraña, de todos los conductores, así como las autoridades competentes deberían provocar una sensibilización en este tema de la población.
Cuando vamos circulando y vemos un accidente debemos mantener la calma y usar el sentido común: moderar progresivamente la velocidad, indicar el peligro al resto de usuarios señalizando correctamente los cambios de carril, la detención, etc., no ejecutar maniobras ni frenazos bruscos, mantener en todo momento la atención en la circulación y en nuestro entorno, si es preciso que nos detengamos para auxiliar por ausencia de profesionales en la escena señalizar la maniobra y estacionar en lugar seguro…
Nunca nos convirtamos en peligrosos mirones ya que es una actitud que no soluciona nada a las víctimas que ya están atendidas por los servicios de emergencias profesionales y poniéndose en riesgo a ellos mismos y al resto de usuarios.
Volviendo al ejemplo del guardia civil de tráfico con el que abríamos este post nos gustaría resaltar la profesionalidad del agente que actúa mirando al peligro para valorarlo y poder tomar decisiones, poniéndose a salvo para inmediatamente actuar intentando minimizar el nuevo incidente que se ha producido.
Esta extraordinaria pericia solo se adquiere a través del conocimiento del medio y del entrenamiento recibido.
Nuestra enhorabuena por el trabajo bien hecho.
El mecanismo de acción de la puño percusión precordial (en la reanimación cardiopulmonar) es el de una desfibrilación eléctrica de 0,04 a 1,5 Julios, debido a la conversión de la energía mecánica en energía eléctrica. Blog orientado a la enfermería de Urgencias y Emergencias.