La longevidad que ha alcanzado el ser humano gracias a ganar la guerra a las infecciones, las condiciones higiénicas o los avances científicos de toda índole tiene una contrapartida clara: nos obliga a enfrentarnos a dolencias crueles e incurables. A patologías con un impacto brutal en el ámbito familiar y para las que los recursos sociosanitarios son claramente insuficientes.
Hablamos del maldito alzhéimer y toda esa colección de demencias que aumentan su prevalencia hasta rozar el millón de personas en España. Si bien, por desgracia, son enfermedades neurodegenerativas que avanzan devorando los recuerdos y la voluntad, hay factores muy determinantes en los que la actuación enfermera cobra mucha importancia.
En su trato diario con el paciente, incluso a edades más tempranas, los profesionales de enfermería son capaces de detectar pequeños indicios de una futura demencia, de la que su principal representante es la enfermedad de Alzheimer. Por ejemplo, las enfermeras pueden detectar ligeros olvidos o conductas anómalas, cuando el paciente olvida tomar su medicación una cita o el informe que le dejaron para recoger en la recepción del centro de salud. También las conversaciones con la familia pueden proporcionar muchas pistas.
La realidad es que, suponiendo que el propio paciente sea consciente de que sufre, por ejemplo, pérdidas de memoria o cierta torpeza mental, lo normal es que intente ocultarlo o negarlo. No debe resultar fácil asumir un destino así cuando te invade el miedo. Así que sigue habiendo demasiados tabúes en torno a este grupo de enfermedades.
Ante la sospecha, siempre se puede realizar algún test validado. Al reflejarlo en la historia se alerta a otros profesionales que traten a esa persona o puede que sea derivado a un especialista. Toda esa secuencia de acciones puede desembocar en un diagnóstico temprano. Y si bien los fármacos no son las armas perfectas todavía en la batalla contra enfermedades tan duras, determinadas terapias cognitivas y cierto apoyo puede ralentizar el progreso de la enfermedad.
También es importante escuchar e interactuar con los cuidadores principales, héroes de nuestra sociedad, sin ayudas ni reconocimientos. Porque ellos conocen tan bien la situación que atraviesan que a veces ofrecen pistas clave a las enfermeras sobre pequeños detalles que pueden mejorar los cuidados y el bienestar de los pacientes.
Autor Florentino Pérez Raya
Florentino Pérez Raya es el presidente del Consejo General de Enfermería