Hacia un nuevo humanismo enfermero (V)

El humanismo enfermero ocupa un amplio segmento de actividad. Del mismo modo que —como escuché decir hace ya muchos años a la Profesora Concepción Brun Sandiumengue, de la Universidad de Navarra—, el cuidado trascurre, desde el “poner y quitar la cuña a un enfermo” hasta la más compleja de nuestras funciones, el humanismo se mueve entre la capacidad de ejercer nuestra responsabilidad aunque no cobráramos por ello (lo decía Talcott Parsons), hasta el necesario y todavía tristemente pendiente “puñetazo encima de la mesa” (valga la expresión) para alcanzar unas justas y legítimas aspiraciones que dignifiquen nuestra profesión.

Si queremos progresar en nuestro compromiso humanístico, ya no bastará con ser buenos enfermeros, ni siquiera “enfermeros buenos” sino que hemos de dar otro paso para alcanzar la excelencia. Nuestro humanismo se completará cuando seamos capaces de exigir lo que los profesionales de enfermería merecemos. Tanto en el orden académico, como en el profesional y en el laboral.

En ello han de estar especialmente comprometidas nuestras instituciones representativas: sociedades científicas, organizaciones sindicales, gestores, la academia y no solo —aunque deben situarse al frente—, los colegios profesionales y su Consejo General. Sus líderes han de saber que lo verdaderamente humanístico, en este ámbito institucional, no es fotografiarse con el Consejero, el Ministro o Ministra de turno o cualquier otra instancia superior sino liderar un cambio para acabar, por ejemplo, con contratos de siete, tres días o 24 horas de duración y sufrir, además, una penalización si renuncias a ellos. Lo verdaderamente humanístico hoy, sería poder ejercer en la práctica unas especialidades y ser remunerado en justicia por ello. Especialidades que, por cierto, aun no se han desarrollado en su integridad, para vergüenza de muchos, desde que se regularan en el año 1989. Y humanismo enfermero es también que un compañero/a deje de percibir poco más de 1000 euros en algunos centros o instituciones sanitarias. Sí, carrera universitaria, especialidad en su caso, máster y/o doctorado.

¡Claro que sí!, enormes responsabilidades y dedicación en el orden asistencial. Y, al final, repito, poco más de 1000 euros para subsistir. Me parece que una campaña tan publicitada como “Nursing now” debería haber proporcionado ya alguno de estos frutos y no la involución a la que se nos está sometiendo en los últimos tiempos.

El humanismo suele definirse como la actitud centrada en el interés por lo humano, en el pleno desarrollo y bienestar de lo que el hombre es, desde las perspectivas biológica, psicológica, social, cultural y espiritual.

Este es el humanismo que las enfermeras buscan para sus pacientes, pero esa misma profesión no alcanzará su excelencia real mientras no incorpore el logro de esos objetivos también para ella misma. Y ya es hora de que, para todos, ese sea el objetivo fundamental.

Rafael Lletget

Autor Rafael Lletget

Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.

1 Comment

  1. Marisa

    Bravo, claro y conciso.

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