La inagotable lista de desmanes de Salvador Illa

En el poco más de un año que ha durado en el cargo, Salvador Illa ha cometido tantos desmanes, que podría escribirse con ellos una enciclopedia sobre todo lo que no debe hacerse nunca para gestionar una pandemia. El primero, y fundamental, haber mantenido y promocionado a Fernando Simón, al que los funcionarios del Ministerio, incluso los más próximos al PSOE, han dejado de mirar con el respeto que le tenían. En este tiempo, el médico que no es especialista en nada por carecer del MIR ha ejercido su rol de parapeto mediático de Illa con máxima eficacia, pero sus erráticos análisis y predicciones han condicionado la pésima labor de todo el Ministerio en el combate de esta grave crisis de salud pública.

También que doblegara la epidemiología a los intereses políticos que convenían a cada momento. Sucedió, por ejemplo, el 8-M. Nadie cree a estas alturas que Sanidad no detectara una explosión de casos de CO-VID-19 hasta pasadas unas horas de las concentraciones feministas. Los contagios se dispararon días antes y, pese a ello, los actos de aquel fin de semana se avalaron. Ocurrió también con la vergonzosa negativa de Sanidad a permitir el avance de fase de Madrid durante la primera fase, con un informe hecho y firmado después de comunicar la decisión por Pilar Aparicio, la desaparecida directora general de Salud Pública.

Otros hechos que lo corroboran fueron la declaración durante la segunda ola de un estado de alarma “ad hoc” para Madrid con una situación epidemiológica mejor que la que tiene ahora toda España, y la persistente negativa a endurecer los controles en los aeropuertos, con Barajas y Madrid como principales damnificados de esta política laxa, adoptada no se sabe si por torpeza o con el ánimo de empeorar la situación en la región gobernada por Díaz Ayuso.

El último dislate ha sido la negativa a adelantar los toques de queda que han pedido las autonomías y la generalización de la teoría de que la cepa británica del virus era marginal y no tuvo nada que ver en la explosión de casos de enero, pese a que se detectaron rastros de ella en aguas fecales de Granada el 17 de diciembre. Además de apoyarse en Simón, además de utilizarle como marioneta, los otros dos graves errores de Illa han sido politizar la pandemia con el ánimo de sacar rédito electoral en Cataluña, mostrando una obstinación perversa contra Madrid, y mantener un equipo de bajo peso por el hecho de que sus componentes tuvieran carnet del partido.

Fracasaron Faustino Blanco y Rodrigo Gutiérrez, como también lo han hecho la ya mentada Aparicio, Alfonso Jiménez Palacios, Patricia Lacruz y Silvia Calzón, cuyas buenas formas no ocultan ya su inconsistencia. La única que se salva es la directora general de la Agencia del Medicamento, María Jesús Lamas, que con errores y aciertos ha demostrado al menos profesionalidad durante la pandemia.

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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