Preparados para situaciones “de peso”

*Por María Isabel Castro González, Enfermera del Sermas

No son muchos. Pero cada vez hay más. Hoy en día representan el 3% de la población española. Y también son usuarios de la sanidad pública, aunque nos cueste imaginarlo. Hablamos de los pacientes con obesidad mórbida. Sus condiciones físicas de sobra conocidas hacen que su atención en los hospitales se convierta en especial, por ello, tienen el deber y la obligación de contar con los medios necesarios para poder hacerlo. Los enfermos con obesidad mórbida no pueden desenvolverse como otros pacientes, ni su tratamiento puede ser igual. Por eso es necesario poner en marcha unos protocolos que distan mucho de los habituales.

El primer obstáculo al que se enfrentan estos pacientes es, en muchas ocasiones, salir de su casa para acudir al centro hospitalario. El transporte sanitario suele ser en furgonetas. La práctica habitual es que el paciente ocupe los asientos traseros de estos vehículos. El traslado en ambulancias convencionales es muy dificultoso, por lo que se desaconseja en estos casos.

En aquellas circunstancias en las que el paciente no pueda salir del domicilio porque el edificio no disponga de ascensor es totalmente inviable bajarle en camilla. Las dimensiones son especiales y es muy complicado, en ocasiones hasta imposible, que puedan pasar por las puertas, descender por las escaleras o hacer los giros para pasar de una planta a otra del inmueble. Como estamos ante una necesidad urgente, no demorable, a menudo la única solución válida es recurrir a los bomberos. Y son ellos los que bajan al paciente en grúa a través de alguna ventana.

La siguiente prueba de fuego es la llegada a los centros hospitalarios y su desplazamiento por ellos. Hay una condición indispensable para que los pacientes puedan someterse a los diferentes tratamientos: que puedan desplazarse por su propio pie. Las consultas cuentan con un itinerario y un equipamiento adaptados.

La silla de ruedas es de ancho especial. La báscula también, indicada para más de 200 kg. En la sala de consultas del paciente no hay sillas, lo que nos encontramos es un banco corrido. Los pasos de las puertas de una estancia a otra tienen un ancho diferente al habitual y están todas adaptadas al volumen de los pacientes. Cuando llegamos al quirófano, no vemos camillas, sino mesas habilitadas que cuentan con un mayor espacio de operaciones y más estabilidad. Y por supuesto, las camas tienen que ser adaptadas a las condiciones del paciente.

Otro de los momentos delicados a los que se enfrentan los pacientes con obesidad mórbida es cuando se tienen que realizar ciertas pruebas diagnósticas. Es el caso de los TAC. Los equipos comunes de los centros hospitalarios no están adaptados. El ancho no especial ni las dimensiones las adecuadas. El paciente corre el riesgo de quedar atrapado o ni siquiera poder entrar. En estas ocasiones, es una práctica recurrente que sean trasladados al zoológico de Madrid. Los aparatos que allí disponen si están preparados para un mayor peso y su cavidad es de mayor volumen. Es la mejor manera de poder realizar la prueba sin problemas.

El paciente con obesidad mórbida está sometido a un gran esfuerzo durante un tiempo bastante largo, ya que los tratamientos son prolongados. Después de someterse a las cirugías bariátricas, deben seguir una dieta líquida durante semanas hasta que empiezan a tolerar sólidos. Este proceso es bastante penoso y requiere mucha tenacidad y fuerza de voluntad. Es por eso que el índice de éxito no es muy elevado. Aproximadamente, un 60% de los pacientes fracasa en el intento de perder el peso estimado tras la cirugía. Las cifras hablan por si solas: solo el 30% de estos enfermos consigue objetivos sin recaídas.

La obesidad mórbida sin enfermedades endocrinas asociadas se está empezando a catalogar como enfermedad mental. Ahí encontramos uno de los motivos de ese alto índice de fracaso que cifrábamos en el párrafo anterior. Lo que pone en evidencia esta realidad es que “curar” la obesidad mórbida no es tanto una cuestión de reducir el tamaño de los órganos vitales para que disminuya la absorción de los nutrientes, como de tratar una enfermedad mental. Los pacientes con obesidad mórbida tienen, en un alto porcentaje, el impulso de comer en exceso determinados alimentos. Cada vez está más demostrado que esta tendencia hay que abordarla desde el punto de vista de la salud mental. Es por este motivo que, hoy en día, uno de los puntos clave de las consultas de enfermería es trabajar con el paciente el autocontrol. Esta circunstancia requiere también de una formación específica asociada a esta reciente catalogación de la obesidad mórbida como algo más que una enfermedad de corte clásico.

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