Pese a estar ideadas originariamente como meros instrumentos de lavado de imagen, adelantándose a eso que se denomina ahora de forma pomposa en todos los sectores Responsabilidad Social Corporativa (RSC), las fundaciones de los laboratorios han jugado sin embargo con el paso de los años un papel trascendental en la sanidad española, y también en la propia sociedad.
A medida que la industria farmacéutica abandonaba los oscuros caminos que había seguido en el pasado y se adentraba en la senda de la transparencia y de la modernidad, gracias al empuje visionario de Humberto Arnés y de otros históricos del sector, estos apéndices de las compañías fabricantes de medicamentos fueron también profesionalizando su trabajo y afinando en sus objetivos, hasta el punto de convertirse algunos de ellos en esenciales para insuflar ayuda a nutridos grupos de pacientes, mejorar la formación y la implicación de los sanitarios en el sistema, y apuntalar la asistencia con toda suerte de estudios, trabajos e investigaciones.
Doy fe de que varios de ellos han sido colosales. ¿Se podrían haber impulsado directamente estas tareas por los laboratorios a los que pertenecían? Sin duda, pero entonces su asepsia habría quedado en entredicho, muchas veces sin motivos reales para que tal circunstancia ocurriera. Con el paso de los años, las fundaciones fueron especializándose en su labor, y aunque unas a otras se miraban de reojo, lo cierto es que la mayor parte supo diferenciarse de las restantes.
Al calor de la grave crisis financiera desatada en 2008, el trabajo de algunas de estas entidades sufrió un duro golpe. El gasto farmacéutico no podía superar el PIB y éste era negativo, lo que se tradujo en nubarrones en las cuentas de resultados de las empresas que las nutrían de fondos. Nubarrones que condujeron a recortes notables. En aquella época, era comentado en el sector que si un laboratorio decidía echar el cierre a su fundación, le seguirían prácticamente todos los demás, por una suerte de efecto dominó. Por fortuna, no ocurrió entonces, y las fundaciones reanudaron su labor, adquiriendo velocidad de crucero, hasta la fecha. Cuando este artículo vea la luz, la Fundación Merck Salud ya habrá dejado de existir. Lo que no ocurrió en 2008, ha sucedido ahora, y la razón fundamental es la necesidad de hacer ajustes de la compañía en cuya órbita operaba desde 1991. Es una mala noticia para los enfermos de esclerosis múltiple a los que ayudaba, para las enfermeras y otros sanitarios que contrataban las asociaciones de pacientes con las ayudas, y para la sanidad en su conjunto. También constituye un palo para la investigación biosanitaria y un toque de atención porque este cierre abre la espita a que puedan producirse más.
Preguntas con respuesta
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Autor Sergio Alonso
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN