El curso que viene será más duro

Superados con creces los tres primeros meses desde el estallido de la pandemia, las preguntas surgen por doquier. ¿Ha bastado el drástico confinamiento para domeñar el virus? ¿Es cierto que la llegada del calor ha atenuado la carga viral del patógeno y que el riesgo de infectarse es ahora mucho menor que en marzo? ¿Los rebrotes que estamos viendo estos días son los últimos estertores de un SARS-CoV-2 atenuado o el anticipo de lo que nos espera a la vuelta del verano? ¿Son suficientes las medidas de control establecidas en esta nueva etapa que, emulando a Orwell, el Gobierno ha dado en denominar “nueva normalidad”? ¿Estamos preparados para una nueva andanada como la que sufrimos en los días previos del estado de alarma?
Aunque las respuestas parezcan relativamente sencillas, no lo son. La experiencia, los indicios y la escasa información fiable que puede entresacarse de la verborrea estéril con la que nos inundan a diario Fernando Simón y el ministro Salvador Illa dan pie a pensar que el curso que arrancará puede ser más duro que el que pronto vamos a dejar atrás. De entrada, parece que España sigue sin estar preparada para otro estallido de COVID-19.

El sindicato Satse, que no se casa con nadie más que con sus representados, ha destapado que aún no se han habilitado en los hospitales todas las camas de agudos y de críticos que harían falta y que el Ministerio de Sanidad consideraba necesarias para la desescalada. Después de lo que ocurrió hace apenas tres meses, esta denuncia reviste suficiente gravedad como para no dejarla a un lado. El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra y, tratándose del departamento que dirige Illa, la probabilidad de hacerlo se multiplica.

Tampoco se sabe a ciencia cierta con qué materiales cuenta esa reserva estratégica de la que el Gobierno tanto habla y que nadie ha visto. ¿Cuál es el acuerdo marco en el que se basa la compra de los materiales que la integran? ¿Dónde se almacenan físicamente esos materiales? ¿De verdad que se está constituyendo cuando centenares de sanitarios se ven todavía obligados a reutilizar mascarillas y otros EPIS porque no abundan, y cuando es público y notorio que en los hospitales faltan, por ejemplo, guantes de nitrilo? ¿Cuántas mascarillas forman parte ya de esa reserva estratégica si ni siquiera han llegado cuatro quintas partes de las apalabras con el Ejecutivo chino por medio de un megacontrato millonario a finales de marzo? Otros aspectos preocupantes son las difusas iniciativas de vigilancia epidemiológica tras la dura primavera sufrida. Pese al reiterado mensaje oficial, no se están haciendo pruebas a centenares de contactos de nuevos positivos. Tampoco parecen adecuados los controles establecidos para la llegada de los turistas internacionales. El futuro pinta negro.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué alto cargo del Ministerio muy cuestionado por su actuación en la crisis es elogiado, sin embargo, por todo el sector por su talante dialogante?

¿Qué organización profesional se pone de perfil cada vez que alguno de los colectivos a los que representa tiene un roce con el Ministerio de Sanidad?

¿Qué miembro de un colegio profesional ajeno a la Sanidad va a jugar un importante papel en las elecciones a un colegio profesional sanitario? ¿Qué empresa le patrocina?

¿Qué algo cargo de la Consejería de Sanidad de Madrid aspira a sacar tajada en caso de una crisis en este departamento?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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