La encrucijada sanitaria: o reformas o quiebra

El Sistema Nacional de Salud (SNS) ha llegado a una compleja encrucijada y la dirección que adopte a partir de ahora será trascendental para clarificar su futuro. Después de unos años de inacción total y de ausencia absoluta de reformas estructurales, la Sanidad española revienta por todas sus costuras y subsiste a duras penas en parte por inercia y en parte por el sacrificio personal de muchos de los profesionales que trabajan en ella. La radiografía de este enfermo en el que se ha convertido el SNS arroja síntomas alarmantes de muy difícil solución. Los salarios son tan paupérrimos que las nuevas generaciones de médicos y enfermería no dudan ya en coger las maletas para ejercer en otras latitudes. Plantillas cada vez más envejecidas y hastiadas por la falta de incentivos atienden a una población cuya edad avanza también a pasos agigantados, multiplicándose la hiperfrecuentación de los servicios y las listas de espera. Debido a ello, lo hace también el coste de la atención sanitaria.

A resultas de estas circunstancias, los presupuestos no alcanzan y las autonomías ponen todo tipo de trabas, con la complicidad del Ministerio de Sanidad, para retrasar lo máximo posible la incorporación de nuevos medicamentos y tecnologías porque no tienen dinero para pagarlos. El resultado es que el sistema se está quedando obsoleto: no sólo atiende cada vez más tarde a los enfermos, sino que a la vez lo hace con medios más rudimentarios o, por lo menos, no todo lo modernos que podrían ser.

¿Qué se puede hacer para enderezar el rumbo? Cabe la posibilidad de no hacer nada, como ha venido ocurriendo hasta ahora, con lo que el SNS se adentrará aún más en una espiral de pérdida de calidad en la que empezó a sumergirse hace ya algunos años. La otra opción es coger el toro por los cuernos y revertir la situación. El cambio político que se vislumbra constituye la oportunidad perfecta para decantarse por este segundo camino en lugar de por el primero, y si se consuma este mes de julio, el PP incurriría en el mismo incomprensible error que ha cometido el PSOE si no lo hiciera.

¿Qué hay que hacer entonces? Los grandes partidos deben sentarse y negociar, dejando a un lado los extremismos. Deben consensuar unas bases mínimas y aplicarlas inmediatamente, sin utilizarlas luego como armas arrojadizas. La primera medida que debe tomarse es incrementar el presupuesto sanitario hasta un 8% del PIB, detrayéndolo de otras partidas. La segunda, adoptar reformas estructurales que van desde la introducción de incentivos en el régimen retributivo hasta la fijación de elementos de cierta competencia en busca de la mejora permanente. Urgen, además, un cambio radical en el funcionamiento de la primaria y en la atención de los pacientes crónicos, así como en el modelo de incorporación de innovaciones para comprar las importantes y cerrar el paso a las que no aportan nada.

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué director médico de un gran laboratorio tiene celos del resto de los directivos y les pone trampas para que cometan fallos y les reprenda luego el CEO?
  • ¿Qué institución está literalmente paralizada por culpa de la indecisión de sus principales directivos?
  • ¿En qué conocido laboratorio ha empeorado notablemente el clima laboral por culpa de las reacciones absurdas de su CEO’
  • ¿Qué conocido gerente de Madrid da por hecho que saldrá del hospital que dirige en cuanto se acometan los cambios en la Consejería?

 

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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