Reforzar el Ministerio para resucitar la Sanidad

La Sanidad no da para más y este nuevo curso debe ser el de su reconstrucción. La tarea es hercúlea, pero si no empieza a acometerse ya, terminará reventando por sus costuras. A diferencia de lo que defienden numerosas organizaciones, lo primero que habría que hacer es fortalecer el Ministerio que ha de liderar el cambio. La errática decisión de Pedro Sánchez de trocear Sanidad a principios de 2020 para dar cabida en él con calzador a Derechos Sociales y Consumo, y conceder así un cargo a sus socios de Gobierno lo dejó sin funcionarios y sin fuelle para responder con soltura ante posibles amenazas, como se vio pocas semanas después, con el estallido de la pandemia. Además, la plantilla está envejecida y hastiada, porque soportar cinco cambios de ministro en cuatro años desmotiva hasta al más pintado. También hay que remozar el Ingesa o tirarlo abajo. No es de recibo mantener un organismo como cementerio de elefantes y, además, avalar impunemente su incapacidad de gestionar con eficacia emergencias como las de las compras de equipos de protección o la sanidad en Ceuta y Melilla, que está hecha un desastre.

El fortalecimiento del Ministerio es condición sine quanon para afrontar próximas pandemias. Esto implica crear una Agencia de Salud Pública en la que se integre el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). Resulta inaudito que cuatro años después de la covid, con más de 121.000 muertos, el Gobierno haya incumplido su promesa y el organismo siga sin ver la luz. Si de verdad interesa la Salud Pública, hay que tomar cartas en el asunto y empezar a reforzar su fortalecimiento desde lo más alto, en vez de pontificar de boquilla.

Como ya he expuesto en múltiples ocasiones, parece también vital reforzar el área de Farmacia. Resulta tercermundista que España tarde ya 629 días en incorporar las innovaciones terapéuticas desde que las aprueba la EMA, y que más de 50 fármacos clave contra varios tipos de cáncer y otras patologías no hayan visto aún la luz por una comisión, la de precios, que funciona de forma opaca y, en muchos casos, hasta arbitraria. Urge por tanto fijar reglas claras y de obligado cumplimiento para todos los agentes, y devolver el poder al Ministerio en la dispensación o denegación de autorizaciones. Las autonomías, pagadoras, no pueden convertirse en decisoras, porque ya vemos los resultados. Y hay que retocar en su totalidad ordenación profesional, un área que no planifica ni tiene información para ello.

Que a estas alturas siga sin haber un registro de profesionales o estudios demográficos serios sobre las necesidades de profesionales es tan incomprensible, como que alguien diga que la Sanidad pública ha quedado fortalecida durante esta última legislatura, cuando en realidad está destrozada.

 Preguntas con respuesta 

  • ¿Con qué ex alto cargo de la Consejería de Sanidad de Madrid trabajó Fátima Matute antes de que esta fuera nombrada consejera?
  • ¿Fue ese ex alto cargo el que deslizó el nombre de Matute en el oído de Isabel Díaz Ayuso para que la nombrara consejera? ¿Por qué?
  • ¿Qué conocida mujer podría tener contadas las horas en una multinacional farmacéutica?
  • ¿Qué nuevo consejero de Sanidad autonómico es un auténtico motero?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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