Al margen de los disparates esbozados por Sumar, la mayoría de las propuestas sanitarias de los partidos de cara a las elecciones resultan de una vacuidad fatal, en la que son notas dominantes la elementalidad y la apelación a términos eufemísticos próximos al neolenguaje que se empleaba en el mundo totalitario descrito por George Orwell en su novela 1984. Si hace años triunfó la palabra “sostenibilidad” para camuflar con ella la situación de quiebra técnica en la que se encontraba el Sistema Nacional de Salud (SNS) tras la crisis financiera de 2008, ahora florecen en los debates expresiones como “resiliencia” o “one health” con fines similares. La primera trata de encubrir la precaria situación en la que la Sanidad se ve obligada a prestar sus servicios por la falta de recursos y el incremento de la demanda de los mismos por parte de los pacientes.
El término fue puesto de moda por el Gobierno durante la pandemia para justificar el colapso sanitario y hoy no dudan en utilizarlo los partidos que le respaldan, las formaciones de la oposición y los nacionalistas. A todos les resulta útil para seguir manteniendo en el discurso dominante el mantra de que la Sanidad lo aguanta todo cuando hace apenas tres años se decía que era la mejor del mundo. La expresión “one health” ha sido puesta de moda por algunos laboratorios y autoridades sanitarias bajo los auspicios de los firmes creyentes del cambio climático. Significa que la Sanidad ha de adoptar un enfoque holístico y preventivo porque la amenaza ambiental golpeará de forma diferente a los ciudadanos. Habrá más especies transmisoras de enfermedades por el alza de las temperaturas, surgirán nuevas pandemias y el aire empeorará, lo cual es cierto. La utilización de este concepto viene de perlas, paradójicamente, a los defensores del statu quo dominante: permite la apelación a amenazas externas mientras quedan paralizados los cambios internos y urgentes que necesita el SNS para dejar de ser resiliente y convertirse de nuevo en fuerte. El hecho es que una vez más y en medio de tan enmarañados términos, las apuestas vitales para el devenir sanitario siguen brillando por su ausencia.
Ningún partido habla tajantemente, por ejemplo, de transformar de arriba a abajo el Estatuto Marco, la principal reforma de la que habrían de partir todas las demás. Nadie dude de que una Sanidad sujeta a la dictadura sindical que impregna el régimen funcionarial no saldrá nunca a flote, porque será siempre ineficiente. La segunda premisa que obvian las formaciones políticas es la de la financiación. Es cierto que todas hablan de una manera más o menos concreta de incrementar los fondos presupuestarios para Sanidad. Medio punto, un punto… Ahora bien, ninguno dice de dónde procederá ese incremento, y ya se sabe que no hay destino para algo cuyo origen se ignora. El resumen es mucha universalidad, mucha gratuidad y mucho bla bla, pero nada más.
Preguntas con respuesta
- ¿Qué altos cargos de la Consejería de Sanidad de Madrid llamaron a Sol para pedir un nuevo destino al enterarse de que Juan José Fernández Ramos iba a ser el nuevo hombre fuerte de este departamento? ¿Por qué?
- ¿Qué plan ha trazado el Ministerio de Sanidad en torno a la comisión de precios fijada para un día después de las elecciones con el fin de traspasarle la patata caliente al PP si consigue llegar al Gobierno?
- ¿Qué dos gerentes de hospitales de Madrid dan ya por hecho que serán relevados en breve?
- ¿Qué multinacional farmacéutica cambiará pronto de agencia de comunicación?
Autor Sergio Alonso
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN