Restringir el tabaco, sí, pero con ayudas

Recuerdo como si fuera ayer el gran impacto que tuvo la exclusiva sobre el tabaco publicada La Razón, con la firma del que esto escribe. El titular en portada, a cuatro columnas, era: “Sanidad prohibirá fumar en las bodas y en todo tipo de bares”. A los pocos minutos de llegar a los quioscos los ejemplares del periódico, radios, televisiones y otros medios escritos telefonearon raudos al Ministerio de Sanidad para comprobar si lo dicho en el nuestro era cierto. Algún colega restó incluso en un primer momento veracidad a la noticia: ¿Cómo iba a adelantar un periódico de corte conservador un plan tan importante, cuya autoría procedía de un Gobierno que entonces era de izquierdas? Las respuestas titubeantes que ofreció al principio Sanidad acrecentaron la duda, pero con el paso de las horas, la evidencia empezó a abrirse paso y el plan al completo llegó a trascender. Coincidía punto por punto con el que había publicado La Razón, para desazón de nuestros rivales y desesperación del Ministerio, que manejaba sus propios tiempos y no quería hacerlo público tan pronto. Dicha hoja de ruta antitabaco marcaba un antes y un después en la salud pública española.

El consumo de esta sustancia era una lacra y había que tomar medidas. José Martínez Olmos, a la sazón secretario general de Sanidad, lo tenía claro, y el resto del departamento, también. Había que actuar por ley. Y vaya que se hizo. Nuestro país pasó de ser un espacio permisivo con esta sustancia, a convertirse en uno de los más prohibitivos. Numerosos espacios libres de humos se abrieron paso, empezando las áreas de restauración. Una revolución social que suscitó todo tipo de debates, desató refriegas políticas y removió las conciencias. El paso del tiempo, dio la razón a las huestes que abogaban por poner coto al consumo, con el Ministerio a la cabeza. Poco a poco, la deshabituación se abrió paso, se redujo el número de fumadores y los pasivos, golpeados hasta entonces por los aerosoles tóxicos, pudieron respirar tranquilos. Sin embargo, al cabo de los años, tales efectos se amortiguaron y los consumidores volvieron a crecer, a la par que surgieron nuevas formas adictivas para el público. Quizás por ello Sanidad pretenda dar ahora otra vuelta de tuerca a la estrategia antitabaco y desempolvar un documento restrictivo que ya tenía consensuado con autonomías y las sociedades científicas en 2021. Al igual que otras profesiones, la enfermería defiende un nuevo endurecimiento y que se vete incluso el tabaco dentro de los vehículos privados. Acierta. Es hora de incrementar las restricciones, pero se equivocaría Sanidad en hacerlo sin impulsar al mismo tiempo nuevas ayudas a la deshabituación, porque las terapias cognitivas no bastan por sí solas. Hay que financiar tratamientos en lugar de ponerlos a precios prohibitivos. Prohibir, sí, pero ayudando al mismo tiempo a los adictos a abandonar el hábito.

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué razón vinculada a Canarias llevó a Sanidad a mantener más de dos años guardado en un cajón su estrategia antitabaco?
  • ¿Qué laboratorio ha optado por efectuar unos recortes draconianos ante su mala marcha económica, dañando incluso su reputación corporativa?
  • ¿Qué decisión de partido ha sentado fatal en un grupo de parlamentarios sanitarios?
  • ¿Qué dos compañías farmacéuticas tienen pánico a lo que pueda ocurrir en el sector tras la llegada a Sanidad de Mónica García y de Javier Padilla? ¿Por qué?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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