Los intereses creados dañan a la enfermería

Aunque se habla mucho de la insuficiencia financiera, el verdadero lastre que asfixia a la Sanidad, el que la condena irremediablemente al hundimiento, es el juego de los intereses creados. Intereses creados hay muchos y en todos los ámbitos y parcelas sanitarias. Los hay en los hospitales y centros de primaria, en la industria farmacéutica y tecnológica, en la prensa y en las consejerías, en los sindicatos y las patronales. Los hay, por ejemplo, en los modelos de gestión. Si no se cambia el que hay, que es antiguo y trasnochado, obscenamente anacrónico con los tiempos modernos, no es porque hacerlo suponga ningún ataque al sistema público o a los pacientes, como sostienen sus defensores, sino porque en caso de acometerse correrían peligro los intereses de sus principales beneficiados.

¿Se imagina alguien una Sanidad no sindicalizada, con horarios partidos, inflexible con el absentismo injustificado y estricta con el cumplimiento de los horarios? A lo largo de mi trayectoria profesional he conocido intentos serios y otros tímidos, pero intencionados, de darle la vuelta al sistema como un calcetín, empezando por lo elemental. Famoso fue el caso de la gerente de un gran hospital que al poco de ser nombrada decidió acudir todos los días a las consultas de los jefes de servicio para comprobar in situ su puntualidad y el grado de cumplimiento de su jornada. Duró apenas dos meses en el cargo. También han sido famosos los casos de gerentes que se hacían pasar por enfermos para cerciorarse del funcionamiento de algunos servicios, emulando a Robert Redford en Brubaker pero en versión sanitaria, en lugar de carcelera. Tampoco permanecieron mucho en el puesto. El juego de los intereses creados desincentiva las transformaciones y perpetúa el statu quo dominante bajo el falso argumento de que beneficia a los enfermos y le corta el paso a iniciativas privatizadoras, algo falso de toda falsedad. Es lo que le ocurre a la enfermería, que trata de avanzar a duras penas con la piedra de Sísifo cargada sobre sus espaldas por los defensores de ese statu dominante.

¿Qué impedimento hay, por ejemplo, para que los profesionales de la enfermería sean altos directivos sanitarios, con mando y plaza sobre otros profesionales del sector? Algunos dicen que no saben de gestión, pero acaso sabe algo del mundo sanitario un abogado o un economista cuando es elevado al rango de gerente? ¿Hay acaso muchos sanitarios en los organigramas de las consejerías? Los partidarios de poner los palos en las ruedas son los mismos que dicen que las enfermeras no pueden prescribir, como si ya no lo hicieran de facto, o que no son necesarias en los centros escolares, o como agentes de salud pública a la hora de difundir mensajes saludables. Son los defensores de los intereses creados. Los suyos, desde luego, no los de los pacientes o los de las enfermeras.

Preguntas con respuesta

  • ¿Qué personaje muy conocido en el sector ha abandonado la industria farmacéutica sin que haya apenas trascendido?
  • ¿Qué dircom de una conocida empresa sanitaria que tardaba días en contestar a los whatsups y a las llamadas, si es que lo hacía, ha sido despedida?
  • ¿Qué persona con conocimientos sanitarios que no trabaja en la Consejería de Sanidad de Madrid tiene una influencia enorme sobre Isabel Díaz Ayuso?
  • ¿Qué fundación ha quedado descabezada este verano?
Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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