El dolor, en sus múltiples manifestaciones, se nos impone. El cuidado, por su parte, no es sino una opción, probablemente la más humana de todas. Si nuestra sociedad retomara, como tal valor, el cuidado recíproco de sus miembros y las emociones más profundas (incluido el drama que acompaña el dolor), alcanzaríamos unas cotas de humanidad que no solo harían de tal experiencia una conmoción soportable, sino que, tal vez, aportarían sentido a un mundo en el que la vivencia del dolor nos sume en una contradicción cuya única válvula de escape es la ignorancia consciente. Por ello, sin llegar a afirmar que sufrir tenga un sentido, tal acontecer se ve reconfortado desde la proximidad de un llanto compartido, de una sonrisa atenuada por la tristeza o, incluso, de una palabra que, como perla alada que brota de entre los dientes, expresa la seguridad en que todas las cosas, hasta las más negativas, adquieren una suave textura si te las puedo contar y, en ellas, te reconoces a ti mismo como espejo de mis propias contradicciones que no son sino encrucijadas comunes. Llamémosle, tal vez “contigüidad enfermera”. Read more…
Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.